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Nunca fue alguien excéntrico, mucho menos alguien que pidiera mucho, su vida se basaba en los pequeños placeres que se le tenían permitido experimentar y saborear en lo que iba de sus (su según el) cortos 15 años.

Venía de una familia humilde en un pueblo lejos de la ciudad, vivía en una gran casa en una granja vieja que a pesar de los años mantenia una estructura perfecta e impecable rodeado de las grandes extensiones de terreno que mantenían sembradíos desde hortalizas hasta tuberculos, hectáreas de campo donde el se maravillaba perdiéndose entre esas mismas disfrutando del simple hecho de que nadie absolutamente nadie se preocuparía en buscarlo.

O bueno tal vez algunas veces si, más en específico siendo aquellos domingos en los que su familia se dedicaba a salir de la comodidad de sus confines para ir a la misa de la iglesia donde se iba a pedirle perdón a Dios por los pecados y a predicar la palabra del mismo.

___ encantado iba esos días junto a ellos solo a acompañarlos y dejarse endulzar el oido por aquellas palabras que decía el padre al leer párrafos de un libro que para ellos era considerado sagrado "La Biblia", ese libro lo era todo, contenia respuestas, te guiaba en la vida, de daba consejos y te apoyaba en tus momentos mas difíciles bajo el predicamento de " Díos perdonara tus pecados siempre y cuando lo hagas de corazón."

- ___ ven acá ya, es hora de irnos -

La voz de su madre saco al joven pecoso de entre sus pensamientos quien agarro el rosario que tenía en el cuello y lo apretó con sus manos ahogando los nervios que le daban el gran bullicio de gente que se encontraba a su alrededor. Volteo viendo como su familia ya había recogido las partes del pequeño puesto de artículos religiosos que estos armaban frente a la iglesia cada domingo para poder obtener algo de ingresos en el hogar y abastecerse como era debido.

- Si señora, ya voy - dijo el antes de subirse corriendo a la parte de atrás de la camioneta sentándose en la misma para esperar que está arrancará -

La camioneta arranco y el viento a su cabello llegó, podría afirmar con seguridad que el viaje de regreso era lo que más el podía llegar a amar, el cálido sol del atardecer coloreaba todo en tonos rojos junto al furioso aire que chocaba contra su cabello haciéndole un pequeño nido desastroso, para el era perfecto. Hasta que llegaron a su hogar.

Su hogar en aquellos días no era más que un momento de represión fuerte que se marcaba por el carácter de aquella mujer de mirada arrogante y fria junto a ropajes sombríos quien analizaba a cada uno de los integrantes sentados en aquella mesa, sus paso resonaban por el piso de madera mientras tenía en su mano en la regla la cual golpeaba de forma leve con su mano izquierda generando un sonido en el momento que el objeto de plástico chocaba contra la piel.

- ¡Sin la mano izquierda! - Bravo aquella señora golpeando en la cabeza con la regla a una pequeña niña de no más de 5 años la cual estaba tratando de comer usando su mano izquierda - Los zurdos son del diablo, tu debes usar la mano derecha.

- Si abuela Maya - gimoteo aquella pequeña agarrándose la zona del golpe tratando de contener las lágrimas que se empezaban a formar en sus pequeños ojos -

-Sin llorar - dictó la mujer de ojos fríos - 

Dejando la regla sobre la mesa la señora se colocó en todo el frente de la larga mesa y junto sus dos palmas alzandolas al nivel de su cabeza para empezar a rezar.

- Querido Dios, estamos aquí hoy para darte las gracias por el pan de cada día, dele la oportunidad de comer a aquellos que no tienen que comer y que nuestras cosechas se multipliquen más cada vez. Amén -

- Amén - repitieron todos los que estaban en el comedor-

La comida paso medianamente rápido, todos con el deseo de retirarse rápido de aquel lugar e irse de ahí para otra actividad poder realizar, lo que sea con tal de no estar cerca de esa señora.

||♔︎𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓 𝑫𝒆𝒂𝒕𝒉~ᴥ︎︎︎( Mᴀʟᴇ!Rᴇᴀᴅᴇʀ x Lᴜᴄɪғᴇʀ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora