Diez años antes
Durante los primeros meses, Nino se negaba a aceptar la situación. Para ella, Fuutaro era demasiado fuerte como para quedarse en un coma indefinido. Pasaba horas a su lado, hablándole en su tono característicamente directo, como si en cualquier momento fuera a abrir los ojos y responderle con esa expresión indiferente que ella siempre encontraba frustrante, pero encantadora a su manera.
Nino (mirándolo, apretando su mano suavemente): -Despierta ya, Fuu-kun... No te creas que porque estás en coma vas a librarte de mí tan fácilmente. Cuando despiertes, tenemos una larga conversación pendiente, ¿sabes?-
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Durante el primer año, Nino mantuvo una rutina estricta. Cada mañana, antes de ir a la escuela o cualquier otro compromiso, se detenía en el hospital para ver a Fuutaro. Sabía que no importaba cuánto tiempo pasara, él seguía allí, inmóvil, y eso le partía el corazón. Pero más allá de ese dolor, sentía que tenía una responsabilidad; después de todo, Fuutaro había sido una parte esencial de su vida, alguien que, de alguna manera, la había cambiado.
Era un frío día de invierno, y Nino caminaba rápidamente por los pasillos del hospital, como lo hacía todas las mañanas, con una bolsa de comida en la mano. Sabía que Fuutaro no iba a comerla, pero era su manera de mantener un poco de normalidad, de aferrarse a la esperanza de que algún día él abriría los ojos y haría uno de sus comentarios sarcásticos sobre sus dotes culinarios.
Al abrir la puerta de la habitación, la luz tenue que entraba por la ventana iluminaba la figura de Fuutaro. Ahí estaba, con el mismo aspecto de siempre, como si el tiempo no lo hubiera tocado. Pero lo que más le sorprendió fue ver a Ichika dormida en la silla junto a la cama, con la cabeza apoyada en el colchón, como si hubiera pasado la noche cuidándolo.
Nino (suavemente, con una mezcla de sorpresa y ternura): -Ichika... ¿Otra vez aquí?-
Ichika, somnolienta, levantó la cabeza lentamente, sonriendo de manera cansada pero sincera. Había pasado tantas noches junto a Fuutaro que ya se había convertido en parte de su propia rutina.
Ichika (bostezando, mientras estira los brazos): -No puedo evitarlo... las noches son tranquilas aquí, y me gusta pensar que si está soñando, no está solo.-
Nino, aunque le costaba admitirlo, entendía perfectamente cómo se sentía su hermana. Sin decir una palabra, se acercó y dejó la bolsa de comida sobre la mesa pequeña al lado de la cama. Luego, se sentó en la silla vacía al otro lado de Fuutaro, cruzando los brazos mientras lo miraba con una mezcla de ternura y frustración.
Nino (mirando a Fuutaro, en voz baja): -Idiota... sigues aquí, atrapado, mientras todos los demás intentamos seguir adelante. A veces me pregunto si te gusta tenernos preocupadas por ti...-
Ichika sonrió, acostumbrada a la manera en que Nino ocultaba sus verdaderos sentimientos tras un tono gruñón. A pesar de las palabras duras, ambas sabían que Nino visitaba a Fuutaro no solo por obligación, sino porque en el fondo no podía dejarlo ir. Ella era una luchadora, siempre lo había sido, y rendirse no era una opción.
Los días pasaban de manera similar. Cada mañana, Nino llegaba antes del amanecer, asegurándose de estar allí antes de ir a trabajar. A veces se encontraba con Ichika, quien ya había pasado la noche velando por Fuutaro, y otras veces llegaba sola, pero la sensación siempre era la misma: un peso en el pecho que no desaparecía, un dolor que ni el tiempo lograba calmar.
Ichika solía traer una manta ligera o un termo con café caliente, lista para pasar la noche en silencio, escuchando la suave respiración de Fuutaro. Nino, en cambio, siempre se mantenía ocupada. Si bien no se quedaba tanto tiempo como Ichika, aprovechaba cada minuto que podía para hablarle a Fuutaro, para contarle sobre lo que pasaba en su vida o en la de sus hermanas, como si eso fuera a devolverlo a la realidad.
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Tiempo Perdido
FanfictionFuutaro Uesugi finalmente se confiesa a las quintillizas Nakano durante el festival cultural de la escuela. Sin embargo, justo cuando está a punto de reunirse con ellas para discutir su futuro, Fuutaro colapsa repentinamente, dejando a las hermanas...