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Maeda llegó al hospital con paso decidido. Se detuvo frente a la imponente entrada, observando por un instante el edificio que representaba tanto sufrimiento, pero ahora también un destello de esperanza. Ajustó su chaqueta, respiró hondo y cruzó las puertas automáticas, dirigiéndose al mostrador de recepción.
Al otro lado del hospital, Takeda Yusuke ya había llegado, habiendo dado por terminada su clase antes de lo habitual. A diferencia de su amigo Maeda, Takeda era más meticuloso en su forma de moverse por el hospital, caminando con calma pero con determinación. Su rostro, siempre serio, ahora mostraba un toque de ansiedad.
Ambos se encontraron casi al mismo tiempo en el pasillo principal que conducía a la sección de pacientes de largo plazo. Takeda fue el primero en ver a Maeda, y esbozó una sonrisa leve pero sincera.
-Maeda -dijo, inclinando ligeramente la cabeza en señal de saludo.
-Takeda -respondió Maeda, con una sonrisa más amplia-. Llegaste rapido.
Takeda asintió, cruzando los brazos mientras miraba alrededor.
-Claro que sí. No podía quedarme quieto después de saber que despertó. Es algo que todos esperábamos, pero después de tanto tiempo... sigue siendo difícil de procesar. ¿Tú cómo lo tomaste?
-Igual que tú, amigo. Lo primero que hice fue cerrar el bar y venir para acá. No todos los días se despierta un amigo después de diez años.
Ambos compartieron un breve silencio, procesando la magnitud de la situación antes de acercarse al mostrador de enfermería. Una joven enfermera de cabello corto y expresión amable los recibió, observando cómo estos dos hombres, tan distintos entre sí, se plantaban frente a ella con el mismo aire de expectación.
-Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles? -preguntó la enfermera con una sonrisa.
-Venimos a ver a Fuutaro Uesugi -dijo Takeda, inclinándose ligeramente hacia el mostrador-. Soy un amigo de la familia.
Maeda, apoyándose en el mostrador, agregó:
-Y yo también. ¿Podrías decirnos en qué habitación está? Nos gustaría visitarlo.
La enfermera revisó rápidamente en su computadora y luego les miró con una leve preocupación en el rostro.
-Señor Uesugi está en la habitación 217. Sin embargo, su estado sigue siendo delicado, y ha tenido muy pocas visitas hasta ahora. Su hermana ha estado con él todo el tiempo. Les pido que mantengan la calma y el respeto, ya que sigue recuperándose y es importante no perturbar su descanso.
Ambos hombres asintieron solemnemente. Maeda agradeció con una inclinación de cabeza y Takeda murmuró un "gracias" antes de girarse hacia el pasillo indicado. Avanzaron en silencio, el eco de sus pasos resonando por el largo corredor mientras sus pensamientos se alineaban en torno a la misma pregunta: ¿Cómo estaría Fuutaro realmente después de tanto tiempo?
Mientras caminaban, Takeda no pudo evitar recordar sus días de juventud con Fuutaro, cuando apenas eran adolescentes lidiando con sus propios problemas, tan ajenos a la idea de que algo tan devastador podría ocurrirles. Maeda, por su parte, solo podía pensar en la última vez que había visto a Fuutaro antes de su accidente, lleno de vida y energía.
Finalmente, llegaron a la puerta de la habitación 217.
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Maeda y Takeda se detuvieron frente a la puerta de la habitación 217. Ambos intercambiaron una mirada antes de que Maeda levantara la mano para tocar suavemente. El golpeteo resonó por un momento en el pasillo en silencio, y luego oyeron pasos ligeros acercándose al otro lado.
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Tiempo Perdido
FanfictionFuutaro Uesugi finalmente se confiesa a las quintillizas Nakano durante el festival cultural de la escuela. Sin embargo, justo cuando está a punto de reunirse con ellas para discutir su futuro, Fuutaro colapsa repentinamente, dejando a las hermanas...