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Su nombre

La forma en la que sus caderas se movían cuando caminaba. Cada movimiento de ellas captó mi atención de manera inexplicable. Me parecía perfec... Digo, caminaba demasiado bien.

Ajá.

—¡Thomas! —Newt me dió un codazo, intentando sacarme de mis pensamientos.—. ¿Se puede saber que...?

Sin embargo, no le presté atención, ya que mis ojos seguían fijos en la habitante que se acercaba a su cabaña. A pesar de que fueran tan solo unos treinta segundos —aproximadamente— para dirigirse a ella, pude disfrutar de la vista. Y vaya si la disfruté... La disfruté. Y mucho. Muchísimo.

Te estás volviendo adicto de verla tanto.

No es algo malo, ¿verdad? Era inevitable.

Recuerdo haber escuchado comentarios sobre su cuerpo, tanto "positivos" como negativos. Me molestaban ambos. Los comentarios negativos criticaban sus pequeños pechos o sus brazos delgados, mientras que los comentarios positivos se centraban en su cuerpo en general, incluyendo su trasero.

Pedazos de guarros y desgraciados.

Bien que tú también lo haces.

¡Pero es diferente!

—¡THOMAAAASSSS! —Mi amigo gritó directamente a mi oído, consiguiendo por fin atraer mi atención.—. Vale, por fin me miras. ¿Has escuchado lo que he dicho?

No quería mentir, así que admití que no me acordaba de su pregunta.

—¿Eh?

—¡¿ESTÁS SORDO O QUÉ?! —Me sacudió los hombros, enfadado.—. Escúchame de una maldita vez, maldita sea.

—Vale, vale, te escucho —accedí finalmente.

Tomó una profunda inspiración, quitándome las manos de encima y relajando su expresión. Luego me recordó:

—Recuerda que esta noche tienes que ir al pozo.

Hice una mueca.

—Vamos, Newt..., hace tres días que entré al laberinto. No llegué a estar ahí ni media hora —protesté.

—Pero aún así entraste.

—¡Pero no entré del todo! ¡Volví!

—Pero aún así entraste —repitió con indiferencia.

Quise seguir discutiendo, pero algo más llamó mi atención. Escuché unos comentarios detrás de mí y mi instinto me hizo girar la cabeza automáticamente hacia los chicos que hablaban.

—...no creo que sea una buena idea — dijo un chico cuyo nombre desconocía.

En realidad, no conocía a la mayoría de los habitantes del Claro, y tampoco me parecía muy importante.

—Tranquilo, tengo todo planeado — respondió su amigo con confianza.

—Si ella se despierta, estamos jodidos...

—No te preocupes, tengo todo bajo control.

—¿De qué estáis hablando? —me atreví a intervenir, volviéndome hacia ellos y cruzando los brazos— ¿Qué estáis planeando?

Sujeto No ReconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora