Noche de bienvenida

—No te preocupes —Newt le dijo a la chica que estaba a mi lado—. Siempre nos comportamos así cuando llega alguien nuevo, pero no somos agresivos.

Miré hacia adelante, donde Gally y otro chico luchaban. Los movimientos eran rápidos y ágiles, y Sophia parecía asustada. Se veía tan inocente como un cachorrito.

—Pero yo no voy a hacer eso, ¿verdad? —preguntó ella.

—Tendrás que hacerlo —respondió Newt, haciendo que Sophia abriera los ojos como platos, pero luego él se aclaró la garganta para corregirse—. O sea, puedes elegir bailar o pelear, lo que tú quieras.

Sus ojos se abrieron más, provocando una carcajada mía. Ella me dio un codazo en las costillas, haciéndome callar.

— ¡Auch! ¿Crees que soy de metal o qué? —me quejé.

—¿Por qué debo bailar o pelear? —me ignoró, dirigiéndose a Newt—. No tiene sentido.

—Eres nueva, así que tienes que hacerlo sí o sí —le dijo Newt.

Ella se rió sarcásticamente, pero luego su expresión se tornó seria.

—Ni de coña.

—¡Sophia, te toca! —gritó Winston desde el otro lado.

Iba a quejarse, pero obviamente íbamos a ignorar cada una de sus quejas.

—Te toca, novata —le dije, dándole una palmada en la espalda y empujándola hacia la multitud—. Suerte.

Me lanzó una mirada desafiante, pero yo solo le guiñé un ojo. Decidió escoger bailar, lo cual era lo mejor, no quería verla lastimada. Su rival fue Chuck, así que era obvio quién iba a ganar.

Pobre Chuck.

Los habitantes comenzaron a cantar una canción, mientras otros hacían el sonido de fondo. La canción era rítmica y Sophia comenzó a mover las caderas al ritmo de la música. Debía admitir que disfrutaba de la vista, pero no me gustaba que la miraran de esa forma. Y menos cuando empecé a escuchar comentarios.

—Uf, qué buena está —dijo uno de los chicos.

—¿Quién será el afortunado de tirársela? —añadió otro.

—Yo seré el afortunado, ya verás —finalizó otro.

El último comentario me sacó de quicio. No era tanto por los celos, sino porque no me gustaba que le faltaran el respeto. Ella se estaba divirtiendo, pero aquellos chicos lo estaban pasando mejor.

En un abrir y cerrar de ojos, enfadado, agarré el brazo de Sophia y la arrastré fuera de la multitud. Sí, era pesado escuchar sus quejas y sus intentos de deshacerse de mi agarre. Pero no iba a permitir que siguieran sexualizándola.

—¡¿Pero qué haces?!

Ignoré sus quejas y la llevé hasta que estuvimos lo suficientemente lejos de la multitud. La puse contra un tronco y coloqué ambas manos a cada lado de su cabeza. A pesar de la oscuridad, noté un ligero rubor en sus mejillas, pero no era el momento de desconcentrarme.

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⏰ Última actualización: Oct 09 ⏰

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