Capitulo 5. Puedes confiar en mi

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Eran las 3 de la madrugada y Rocío no podía dormir, su mente seguía girando con pensamientos y miedos después del mensaje misterioso. Fue entonces cuando su teléfono vibró en la oscuridad, anunciando la llegada de otro mensaje.

Rocío se estremeció al ver la pantalla iluminada y el mensaje que aparecía en ella: -Alguien que debería estar contigo no lo está. Pero pronto lo estará, mi niña-.

Rocío, presa del pánico, bloqueó el número sin pensarlo dos veces, arrepintiéndose de no haberlo hecho desde el primer mensaje.

Su mente era un torbellino de preguntas y dudas, girando en círculos sin encontrar respuestas. ¿Quién era ese desconocido que la llamaba "mi niña"? ¿Qué relación podía tener con ella? La curiosidad y el miedo se entrelazaban en su cerebro, haciéndola sentir atrapada.

En un intento por escapar de sus pensamientos, Rocío se levantó de la cama y se dirigió al balcón, necesitando desesperadamente una bocanada de aire fresco. Al abrir la puerta, una brisa suave acarició su rostro, pero no logró calmar la tormenta que se desataba en su interior. La oscuridad de la noche parecía cerrarse en torno a ella, y la sensación de vulnerabilidad la sofocaba.

En un instante, Rocío sintió una mirada pesada sobre ella, como si alguien la estuviera observando desde la distancia. Al bajar la mirada, vio una sombra que parecía ser de una mujer, inmóvil y silenciosa, con una mirada fija y penetrante que la hacía sentir incómoda. ¿Era ella la acosadora? ¿Qué quería de Rocío?

La curiosidad y el miedo se entrelazaron en su mente mientras se preguntaba si Val sabía algo al respecto. Al voltear atrás para buscarla, Rocío se dio cuenta de que Val no estaba en la cama. La tensión y la locura se apoderaron de ella.

Al regresar su vista a la sombra, Rocío se quedó sin aliento. La figura ya no estaba en el mismo lugar; ahora estaba junto a ella, su presencia casi palpable. La sensación de ser acechada era abrumadora, y Rocío sintió que su corazón se detenía por un momento.

Rocío no paraba de temblar y decidió mirar a la sombra. Cuando lo hizo, se despertó de golpe, en la misma habitación, ahora con Valentina dormida a su lado. Su corazón latía con una fuerza que parecía reventar su pecho, y los latidos resonaban en sus oídos como un tambor ensordecedor. Su respiración era agitada, y su cuerpo temblaba como si estuviera en el epicentro de un terremoto.

Valentina se despertó de golpe, aún somnolienta, y miró a Rocío con preocupación. Su rostro pálido y sudoroso la alarmó. Rocío estaba paralizada, con los ojos fijos en el vacío, sin responder a su presencia.

-Rocío... -llamó Val, acercándose a ella con cuidado. No hubo respuesta.

Val se sintió incómoda, sin saber cómo reaccionar. Pero entonces recordó lo que su hermana mayor le había enseñado sobre cómo manejar situaciones de pánico.

-Mi hermana siempre decía que en momentos de crisis, lo más importante es mantener la calma -pensó.

Val respiró profundamente y se sentó a su lado.

-Rocío, estoy aquí -dijo Val, intentando mantener la calma. -No sé qué pasó, pero estoy aquí para ti-.

Val comenzó a hablar en un tono calmado y suave.

-Respira conmigo... inhala... exhala... inhala... exhala-.

Mientras hablaba, Val puso una mano en el hombro de Rocío, intentando transmitirle tranquilidad.

-¿Rocío? ¿Puedes escucharme? -preguntó Val, buscando establecer contacto visual.

Después de unos momentos, Rocío comenzó a responder. Su mirada se enfocó en Val, y su respiración se calmó ligeramente.

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