Mi gym crush

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Hace un mes y medio que empecé a ir al gimnasio, y la verdad, no puedo dejar de pensar en lo bien que me siento cada vez que voy.

Me encanta el ambiente, el sonido del metal al chocar, el sudor recorriendo mi piel, pero lo que más me gusta es ver a esos hombres musculosos entrenando, ver cómo sus cuerpos se tensan con cada repetición me excita de una manera que no esperaba, y eso me motiva a seguir yendo todos los días.

Mi objetivo es ganar masa muscular, pero cada vez que estoy en las máquinas, no puedo evitar distraerme con uno en particular, un hombre alto, musculoso, de piel blanca y tatuada, con el cabello negro y ondulado que siempre me mira, y no de cualquier manera, sino de una forma intensa, como si me estuviera estudiando.

Al principio me sorprendió, pero ahora le devuelvo la mirada, ese intercambio silencioso me hace sentir una corriente por todo el cuerpo.

Días después, descubrí que es uno de los entrenadores personales del gimnasio y ahora cada vez que lo veo, la idea de que esté tan cerca me acelera el corazón.

A veces, mientras hago alguna serie de ejercicios, puedo sentir sus ojos sobre mí, es como si estuviera esperando el momento justo para acercarse, y eso solo hace que me sienta más excitada.

Los entrenamientos se han vuelto más que una rutina; ahora son un juego entre miradas, entre el deseo que crece cada vez más fuerte.

Hoy me levanto temprano y llego cerca de las 10:00 al gimnasio, entro y noto que se encuentra levemente oscuro.

-Hola, pase, se cortó la luz por ende no podrá pasar la huella -me dice la recepcionista.

-Hola, está bien -me dirijo a los camarines los cuales se encuentran en plena oscuridad, saco mi teléfono del bolsillo, enciendo la linterna y entro.

Abro mi mochila y saco mi ropa deportiva, como no se encuentra nadie en el camarín decido cambiarme ahí mismo.

Me quito la remera y mi sostén para reemplazarlo por un peto deportivo, cuando termino de quitarme el sostén escucho que entra alguien, y cuando estoy a punto de voltearme alguien me arrincona contra la pared.

Mi rostro queda apegado a la pared, mientras las manos de alguien empiezan a masajear mis pechos y empiezo a sentir besos húmedos en mi cuello.

Me es inevitable soltar pequeños gemidos.

-Mía -susurra una voz ronca debido a la excitación.

La imagen del rostro de aquel entrenador personal se viene a mi mente.

Como puedo me volteo, quedando frente a frente con nada mas ni nada menos que el mismo.

Lo tomo del rostro y uno su boca a la mía en un beso lleno de lujuria, mis manos suben a su cabello y las de el bajan a mi culo masajeándolo y haciendo fuerza para tomarme en brazos.

En sus brazos puedo sentir la erección que tiene tan dura como piedra, me froto contra el lo que lo hace gemir.

-Toda tuya, solo por ahora -digo en gemidos.

El me besa el cuello y yo solo me enfoco en frotarme contra el, en un movimiento rapidísimo me baja de sus brazos, me voltea, me baja las bragas, se saca la polla del pantalón y entra en mí suavemente, para luego subir la velocidad, me toma de las caderas mientras me guía de manera experta.

Luego de un rato así me volteo y me arrodillo ante el, tomo su gran polla y lo empiezo a masturbar a dos manos, mientras lo miro a los ojos mis manos se mueven ansiosas en su polla, me encuentro excitadísima debido a los gemidos que suelta, lo hago cada vez mas rápido hasta que el líquido de color blanco ensucia mis manos, lo lamo todo hasta tragármelo.

Me levanto y me siento en un banquito que se encuentra ahí, me abro de piernas completamente invitándolo a que me coma el coño.

Obediente el se arrodilla ante mi y empieza a lamerme el coño, su lengua sube y baja volviéndome loca, mis gemidos se hacen cada vez más fuertes hasta que siento como me corro en su boca, el me lame todo hasta que no queda una gota de nada.

Luego nos levantamos y nos damos un beso, pero esta vez uno relajado.

-Me encantas demasiado -dice.

-Ya lo sé -le digo arrogante -Por cierto, me llamo Aurora.

-Ya lo sé -me responde -¿Crees que no veo tu nombre cuando pasas tu huella? -dice divertido mientras se viste.

Ah, verdad.

-Tu nombre es... -digo.

-Matias. -dice y saca su teléfono -Dame tu número, quiero repetir.

Se lo doy y quedamos para salir, desde ese día comenzó una historia de amor muy hermosa.

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