Capítulo 19

26 2 12
                                    

Daba vueltas en la cama, no podía dormir, las horas pasaban como alma que lleva el diablo, seguía con malestar en mi cuerpo, pero esto no me iba a impedir salir esta noche con mis amigas, aunque dentro de mí, algo me decía que no estaba bien.

Eran las 12 de la madrugada y me levanté, fui a la cocina y me preparé un té de jenjibre con limón, cogí una silla y me senté cerca de la ventana a contemplar las estrellas mientras daba pequeños sorbos a mi caliente té.

Cogí el móvil y decidí llamar a Isaak, me daba igual que estuviera con Marta, sólo quería escuchar su voz.

Empezaron esos tonos, esos tonos que resonaban en mi cabeza como martillazos con la incógnita que eso supone, no sabía cómo iba a reaccionar al ver qué le llamo tan tarde y con el miedo de que Marta se entere. De repente, descolgó el teléfono.

—¿Diga?—. Respondió con voz de dormido.

—Hola Isaak—. Le contesté.

Unos segundos de silencio se apoderaron de él.

—Espera un momento...—. Me dijo.

Seguidamente escuché la voz de Marta.

—¿Quién es Isaak?¿Adonde vas?—. Preguntó Marta al susodicho.

—Sigue durmiendo, es Miguel, me voy al salón para no molestarte—.
Le susurró Isaak.

Escuché pasos por teléfono y también oí como se cerraba una puerta.

—Hola, gatita furiosa—. Dijo Isaak.

En mi boca se dibujó una tonta sonrisa dejando soltar un sonido que a Isaak le encandiló.

—Hola capullo alemán, siento haberte despertado, necesitaba escuchar tu voz—. Le susurré.

—Sabes que tú puedes despertarme cuando quieras ¿Pasa algo?—. Preguntó preocupado.

—Si, te echo de menos, echo de menos esos ojos azules que cuando me miran me vuelven loca, esa sonrisa que tienes que me quita el sentido y rompe todas mis corazas debilitándome sin yo quererlo, te necesito aquí—. Le dije con voz temblorosa.

Se quedó unos segundo callado.

—Dame 10 minutos, enseguida estoy en tu casa—. Me dijo susurrando.

No pude evitar sonreír.

—Ya no vivo con Carmen, vivo en la puerta de enfrente, verás mi nombre en los timbres del patio, pero no toques, mándame un mensaje y te abro, puerta 5—. Le dije.

—De acuerdo, gatita, voy enseguida—. Me respondió Isaak.

Colgamos el teléfono y yo me preparé, estaba feliz, eufórica, contenta, no podía imaginar que pasaría esta noche con Isaak, aunque en mi mente venía Marta, no sé lo que sería capaz si se enterara. Guardé en el cajón el test de embarazo, no quería que se preocupara de algo que todavía no era seguro.

Al rato me sonó el móvil.

—Hola capullo alemán—. Dije con media sonrisa.

—Abre la puerta gatita furiosa, no puedo esperar para besar esos labios—. Me dijo con voz picarona.

Abrí y lo esperé apoyada en el marco de la puerta, a medida que veía el ascensor como subía, mi corazón latía sin parar. Cuando llegó a mi piso abrió la puerta del ascensor y salió, se quedó un par de segundos parado mirándome.

—Hola Elena—. Me dijo con voz temblorosa.

—Hola Isaak—. Respondí emocionada.

Vino hacia a mí y me cogió de la cintura, mientras me miraba dulcemente, cerré la puerta de mi casa suavemente para no despertar a ningún vecino mientras le miraba a los ojos completamente enamorada, nos sonreíamos como dos niños olvidando los problemas que traía la vida, simplemente siendo felices uno con el otro.

Solo yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora