En un mundo donde los hilos del destino se entrelazan como enredaderas de plata, la reina Helaena enfrenta una muerte trágica. Su alma ha sido arrancada de su cuerpo y tejida en otro, el de la hija mayor de su hermana, Rhaenyra. Intrigas políticas...
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Viserys moriría aquella noche, Visenya estaba segura de que con la ayuda del maestre que consiguió fuera del reino este mejoraría, pero no tenía que confiarse, Alicent era un peligro.
—Mi madre - fue un susurro bajo, aun no podía olvidar la, ni a Aegon o a sus pequeños niños, pero esa vida ya no era suya, ya no tenía que llorarle, pero parecía que la vida seguía jugando con ella, cada noche recordaba su triste pasado y su cruel muerte.
—¿Qué pasa entre tu y Cregan Stark? - Rhaenyra se sento delante de ella, Visenya sonrió.
—No pasa nada, luego de recorrer todo el imperio fui al norte, nos hicimos buenos amigos y aquí estamos.
—Mmm veo más que amistad - ella asintió.
—Puede ser, pero no lo veo de esa manera.
—¿Y a Aemond si? -aquello la hizo reaccionar, Aemond había sido un poco amable en el pasado de Helaena, pero esa amabilidad era solo cuando estaban solos y eso era casi nunca, nunca pudo defender la de Aegon o su madre.
—¿Qué pasa con él?
—Le gustas.
—De ahí no pasará, no tengo esos pensamientos madre.
