Capítulo 1 | Se busca una mujer

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—¿Protagonista? —Ichika lo miró, dejó el librero a un lado y se centró en ese montón de carne que tenía enfrente. Hiro, el mismo de siempre, con esa barriga que parecía un mal chiste y un trasero que daba lástima. El tipo olía como un basurero en verano.

—Sí, serías la actriz principal, ¿no te gustaría eso? —Hiro habló, pero sus ojos no se despegaban de sus piernas, las caderas que se movían como si el cuerpo de ella fuera un maldito imán.

Definitivamente, era un hombre asqueroso.

—Bueno, sí, pero hay un problema... —Ichika bajó la mirada, sus brazos se cruzaron como si intentaran protegerla de la mugre de esa conversación, esos brazos suaves que ni siquiera sabían cómo cubrir todo lo que había que tapar.

—¿Cuál es? —preguntó Hiro, con esa sonrisa que te hace querer romperle los dientes.

—Es eso... ¿No lo entiendes? Las escenas, esas partes de...

Hiro solo sonrió, como si supiera lo que venía, como si todo el asunto le importara un carajo.

—¿Sexo?

—Sí, eso. Yo no soy una actriz que haga ese tipo de cosas.

—Oh, por favor, Ichika. ¿Por qué me vienes con eso ahora? —Hiro la miró con esa sonrisa torcida que siempre lo hacía ver más sucio de lo que ya era. Ella ensanchó los ojos, un temblor leve le recorrió el cuerpo, dio un paso atrás. Era miedo, sí, ese miedo que nunca sabes cuándo va a aparecer pero cuando lo hace, te jode la vida.

—¿Q-qué? —balbuceó, como si intentara entender, pero en el fondo ya sabía lo que venía.

—Vamos, no tendrás papeles como estos para siempre. Dime, ¿nunca te llamó la atención el sexo?

—¡Claro que sí! Pero no así, no de esta forma tan... repulsiva. —Las palabras salieron con esfuerzo, como si intentara escupir algo que la asqueaba.

—¿Y qué esperas? Es esto o nada.

—¿Eh? ¡¿Por qué?! —Ichika se levantó de golpe, sus manos golpearon la mesa, el eco de su frustración resonando en esa habitación tan vacía como ella se sentía. Miró a Hiro con furia, pero debajo de esa furia había desconcierto, una mezcla venenosa.

—Mira, eres una buena actriz pero, ¿qué te puedo decir? La gente quiere ver este tipo de cosas.

—¿Qué tipo de cosas? —La pregunta salió como una bala, cargada de indignación, pero él ni se inmutó.

—Ya sabes, mujeres. Mujeres con buenas caderas, buen cuerpo, hermosas. Solo así las películas funcionan. ¿No te has dado cuenta? Sin ti, esas películas en las que sales no son nada.

—¿Y qué con eso? —La voz de Ichika se quebró, pero mantuvo la mirada fija, como si buscar respuestas en los ojos de Hiro fuera a darle algún tipo de consuelo.

—No es que seas una buena actriz, sino una buena mujer. A la gente no le importa cómo actúas, les importan las cosas que tienes. Siempre ven por su interés, nunca por el corazón —dijo Hiro, levantando el libreto, como si fuera la sentencia final, y se largó, dejando a Ichika ahí, con su silencio.

Y así se quedó, por un buen rato. Aferrada a la mesa, mirando el vacío.

15 años después...

Ichika caminaba cargando esa maldita bolsa de la compra, como si fuera el único peso que llevaba encima. Pero todos sabemos que no lo era. Pasó junto a ese coche, brillante y ostentoso, un pedazo de lujo que no tenía nada que ver con la mierda que la rodeaba. En la ventanilla había un cartel:

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