Magsters: Ecos de la Destrucción-Volumen 1 Sombras del Pecado

Capítulo 3- El Destino en el Reflejo del Pecado

Cerca de 2700 años atrás, la humanidad se enfrentó a un cataclismo inimaginable que diezmó su población casi hasta la extinción. Este trágico evento fue conocido en el antiguo idioma como Kartasiss Kartanoss, el "Cáncer del Mundo", y su devastación quedó marcada para siempre en las generaciones futuras a través de la tradición oral. Se transmitió como un oscuro recordatorio de que, aunque los dioses parecían haberles dado vida, también habían traído destrucción. En el caos de la post-catástrofe, la humanidad se vio obligada a vagar por un entorno que ya no reconocía. El mundo de Magsters se había terraformado de formas violentas e impredecibles, volviéndose casi irreconocible, y los ecosistemas, ahora crueles y despiadados, parecían haber evolucionado con el único propósito de exterminar a la especie humana.

Los pocos sobrevivientes, carentes de civilización, vagaban por paisajes devastados. Sin ciudades que los protegieran ni tecnologías que les sirvieran, la humanidad fue reducida a una existencia nómada, luchando por cada aliento en un mundo que había dejado de pertenecerles. A medida que la naturaleza retomaba el terreno perdido, los humanos descubrieron, para su horror, que su lucha no sería solo contra el hambre o la enfermedad, sino contra el propio entorno, que se había vuelto feroz y hostil, como si respondiera a una venganza antigua. Los relatos cuentan de plantas que devoraban carne, animales que cazaban con una astucia sobrehumana y un cielo que nunca estaba del todo en calma.

Hoy en día, se teoriza que la humanidad poseía tecnologías avanzadas antes del Kartasiss Kartanoss. Muchas de estas maravillas del ingenio humano se perdieron para siempre en las llamas del cataclismo, lo que obligó a los supervivientes a comenzar de nuevo, desde las cenizas de su civilización. No obstante, el verdadero desafío no fue la pérdida de conocimiento, sino la naturaleza misma, que parecía haber desarrollado un odio visceral hacia la humanidad, volviéndose extrañamente letal y destructiva, como una plaga que debía ser erradicada.

Ante tal adversidad, los seres humanos, siempre resilientes, se vieron obligados a cambiar o perecer. El instinto de supervivencia los llevó a un descubrimiento fundamental: la capacidad de absorber y utilizar una energía oculta en el ambiente que desafía las leyes convencionales de la realidad conocida. Esta energía, un flujo misterioso que impregna todo lo vivo y lo inerte, fue llamada Viten, una fuerza elemental que, al ser canalizada por los humanos, les permitió enfrentarse a los horrores que ahora habitaban el mundo.

Estos y otros temas mantenían absorta a Karinna, quien leía con devoción un viejo y gastado libro titulado Antares de la Medianidad. El nombre del libro hacía referencia a la percepción de la humanidad como una especie "medianida", que en el contexto histórico de Magsters significaba una raza que había quedado atrapada entre lo divino y lo terrenal, demasiado frágil para controlar su propio destino. La humanidad estaba en constante lucha por dominar el Viten y reclamar su lugar en el mundo, aunque muchos creían que habían sido maldecidos por los dioses desde el principio.

A pesar de que ciertos detalles del pasado se volvían difusos en su memoria, Karinna recordaba con claridad su infancia: los interminables días de lectura, en los que sus padres le proporcionaban libros para distraerla de una enfermedad que la confinaba en su hogar. Aislada del mundo, los libros habían sido su única ventana a una realidad más amplia. Pero ahora, al leer sobre las catástrofes del pasado y los oscuros secretos de la civilización, había algo que le resultaba inquietantemente familiar, aunque no lograba precisar por qué.

Cuando la humanidad, cansada de ser cazada y acorralada por su entorno, finalmente encontró una forma de asentarse, descubrieron los Cristales Monolíticos. Estas estructuras colosales de un intenso color púrpura emanaban un poder misterioso que creaba zonas seguras donde las bestias y la naturaleza no podían penetrar. Estos cristales permitieron que las primeras civilizaciones resurgieran y que la humanidad pudiera, finalmente, echar raíces en su propio mundo. Así comenzó una nueva era, conocida como la Medianidad, el tiempo en que el ser humano dejó de vagar y reclamó territorios seguros bajo la protección de los cristales.