Capítulo 6- El Protector y el Llamado del Viten

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—¿Cómo puede ser esto posible? —exclamó uno de los estudiantes, temblando mientras disparaba con su dispositivo universal tipo uno.

En una circunstancia normal, independientemente del disparo, ya sea físico o energético, una sola carga sería suficiente para abatir a un ser humano, y unas cuantas para un artista extrovito. Esto se debe a que el Viten es completamente nocivo fuera del huésped; como agente invasivo, causa una reacción en cadena que condena a la forma de vida a morir intoxicada. Sin embargo, el protector frente a ellos permanecía inmune, imponente en su presencia.

—Será mejor que te alejes, ahora mismo —pronunció Stella con total seriedad, su semblante de batalla firme, mientras hacía un gesto con la cabeza.

Karinna, en su estado, solo sería un estorbo, y Stella no planeaba protegerla nuevamente. Karinna asintió rápidamente, de manera casi instintiva, como si algo en su interior la obligara a obedecer. Al percatarse de esto, una vez recorrió suficiente distancia, en la retaguardia de los estudiantes, se sintió ligeramente iracunda consigo misma.

—¿Por qué huí? Esta es mi prueba, mi oportunidad... pero mi ataque...

Esos pensamientos la atormentaban justo cuando no había lugar para la duda. En ese momento, uno de los estudiantes, un chico con gafas, empezó a balbucear mientras sujetaba su dispositivo tipo dos, que aún no había levantado para disparar. Esto captó la atención de Karinna, quien lo escuchó detenidamente.

—Sin duda ha activado su Aegis... a este paso no le haremos ni un rasguño.

Pero en el rostro del joven no había ni una pizca de miedo, sino una mirada retorcida de alegría, producto de una intensa curiosidad y júbilo por presenciar en persona tal criatura extrovita.

Por otro lado, detrás de la barrera de estudiantes, la dupla de maestros tenía su propia conversación.

—¡¿Cómo demonios se le ocurre haber llamado a esa cosa?! ¿Y cómo es posible que un simple gesto, como tan solo pisar el césped del bosque, haya bastado para atraerla? —gritaba Teranflora con histeria, exigiéndole al maestro.

—¿Qué esperabas? ¿Que llamara a un simple sinsimito para inflar su ego? Si no son capaces de asimilar la realidad, te aseguro que esa bola de mocosos morirán como carne de cañón en cualquier batalla —respondió el maestro con tono hastiado, haciendo ademanes de evidente sarcasmo.

—No sé cómo planeas resolver esto, pero ¡ordeno que lo detengas ya! Los protectores solo pueden ser derrotados por artistas extrovitos cualificados, y en un grupo de más de cinco. ¡Esas cosas son inmunes a los proyectiles de cualquier tipo!

No importaba cuánto protestara Teranflora, todo caía en saco roto. Sin embargo, algo nuevo sucedía más allá de los disparos de los dispositivos tipo uno y dos.

Stella estaba a punto de mostrar sus habilidades frente al protector, pero la criatura, reconociendo el peligro potencial que representaba, decidió usar uno de sus trucos ocultos. Justo cuando Stella estaba por activar una serie de secuencias, la criatura tomó cartas en el asunto, irradiando un resplandor ámbar desde su cuerpo.

De repente, una serie de ondas sísmicas continuas se esparcieron tanto por el aire como por el suelo dentro del radio de la criatura. El terreno a su alrededor se disgregó como si fuera tierra de cultivo, y las ondas aéreas desconcertaron a Stella, quien, aunque nunca había blandido su espada contra un ser así, fue duramente aturdida.

El sismo hizo tambalear a los estudiantes, quienes, desesperados, disparaban sin descanso. El suelo inestable abatía a varios de ellos, aunque algunos que sabían usar una o dos secuencias manipuladoras emprendieron la huida, deformando el terreno en una pequeña ola que los empujaba o dopando su cuerpo para recuperar fuerzas. Otros, sin embargo, permanecían estupefactos.

Magsters: Ecos de la Destrucción-Volumen 1 Sombras del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora