Competencia

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La U.A. había organizado su famosa feria anual, y este año el evento estaba más concurrido que nunca. Los estudiantes habían trabajado duro para montar sus puestos y juegos, cada clase compitiendo por atraer más visitantes. El ambiente estaba lleno de risas, música y el aroma de comida deliciosa.

Izuku deambulaba por la feria con una sonrisa en el rostro, disfrutando de los distintos puestos. Había pasado la última hora ayudando a su clase a atender su propio puesto de pesca de premios, pero ahora tenía un merecido descanso. Estaba pensando en qué hacer cuando una voz familiar resonó por los altavoces de la feria.

—¡Atención, perdedores! —El tono arrogante y desafiante solo podía pertenecer a una persona: Katsuki Bakugou—. Se acaba de abrir la competencia de tiro al blanco. Si alguien cree que puede vencerme, estaré esperando. Pero dudo que haya algún idiota con el valor suficiente.

Izuku rió para sí mismo, sintiendo una mezcla de anticipación y emoción. Se dirigió hacia el puesto de tiro, donde ya se había reunido una pequeña multitud. Katsuki estaba de pie con su típico aire de confianza, mirando desafiante a todos los que se acercaban.

Cuando los ojos de Katsuki se encontraron con los de Izuku, una chispa de reconocimiento y algo más cruzó su rostro. Izuku levantó una mano en saludo.

—¡Kacchan! ¿Participando en otro desafío? —bromeó Izuku, acercándose.

Katsuki sonrió de lado, una sonrisa que parecía prometer problemas.

—Solo para aplastar a cualquier idiota que crea que puede ganarme —dijo, y luego agregó, más bajo—. Aunque si te animas, podríamos hacerlo más interesante.

Izuku arqueó una ceja.

—¿Más interesante? ¿Cómo?

Katsuki se inclinó un poco, reduciendo la distancia entre ambos, y susurró:

—Si ganas, te invito a cenar. Donde tú quieras. Pero si gano, me debes algo a mí.

El corazón de Izuku latió con fuerza, no solo por el desafío sino por la clara implicación en la voz de Katsuki. Había algo más en juego que un simple tiro al blanco, y ambos lo sabían. Sin embargo, Izuku no era alguien que se echara atrás ante un reto, especialmente si venía de Kacchan.

—Está bien —aceptó, tratando de no sonrojarse—. Pero, ¿qué es lo que quieres si ganas?

Katsuki lo miró directamente a los ojos, su expresión volviéndose seria por un momento.

—Una cita. Solo tú y yo, sin interrupciones. ¿Trato?

Izuku sintió que su cara ardía, pero asintió, incapaz de apartar la mirada de los ojos rojos de Katsuki.

—Trato.

La multitud estalló en vítores y murmullos mientras ambos tomaban posición. La tensión en el aire era palpable, y no solo por el desafío en sí. Se acomodaron frente a sus respectivos puestos, cada uno con una réplica de arma que disparaba pequeñas pelotas a una serie de blancos móviles.

—A la cuenta de tres —anunció el moderador, con una gran sonrisa—. ¡Uno, dos… tres!

Las bolas empezaron a volar, y el público observaba con expectación. Izuku mantuvo la concentración, disparando con precisión a los blancos, pero no podía evitar echar un vistazo a Katsuki, que parecía moverse con una facilidad asombrosa, como si hubiera nacido para ganar este tipo de competencias.

Sin embargo, Izuku no se dejó intimidar. Respiró hondo, bloqueando todo a su alrededor, concentrándose en su objetivo. No se trataba solo de ganar, sino de demostrarle a Katsuki que estaba dispuesto a competir con él, a enfrentarlo de igual a igual, no solo como rivales, sino como… algo más.

Cuando el tiempo se acabó, el moderador levantó una mano.

—¡Tiempo! —anunció—. Ahora veamos los resultados.

Izuku sintió su corazón latir con fuerza mientras el moderador contaba los puntos. Katsuki estaba a su lado, cruzado de brazos, pero había algo en su mirada, una chispa que Izuku solo veía cuando realmente se tomaba algo en serio.

—¡Y el ganador es… Izuku Midoriya!

La multitud estalló en aplausos y vítores. Izuku se quedó quieto por un momento, asimilando la noticia, antes de que una gran sonrisa se formara en su rostro. Miró a Katsuki, esperando ver alguna señal de frustración, pero lo que encontró fue una mirada evaluadora y una sonrisa ladeada.

—No está mal, nerd —dijo Katsuki, su voz baja y casi aprobadora—. Supongo que tendré que pagar la cena, entonces.

Izuku rió, sintiéndose increíblemente aliviado y un poco orgulloso.

—Supongo que sí. Pero te lo tomaste muy en serio. ¿Tan mal te parecía perder? —preguntó con tono ligero.

Katsuki lo miró, sus ojos rojos intensos.

—No era por la competencia, Deku —murmuró, dando un paso más cerca—. Era por lo que dije antes.

Izuku se quedó sin palabras. Todo el ruido de la feria parecía desvanecerse mientras la intensidad de Katsuki lo envolvía. Había algo genuino, vulnerable en su mirada, algo que raramente mostraba. Izuku sintió su corazón acelerarse nuevamente, pero esta vez no era solo nerviosismo; era esperanza.

—Kacchan, yo… —comenzó, pero antes de que pudiera continuar, Katsuki se inclinó y murmuró algo en su oído.

—Después de la cena, vamos a tener esa cita. Así que prepárate, porque no pienso perderme esa parte.

Izuku sonrió, una sonrisa amplia y llena de calidez.

—No pienso dejar que lo hagas.

Y con esa promesa flotando entre ellos, la multitud seguía celebrando, ajena al pequeño mundo que se había creado entre ambos, un mundo lleno de desafíos, competencia y algo más profundo que solo estaban empezando a explorar.

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