Dame una razón - kivi

35

"No puedo creer que me hayas traído el desayuno en la cama," dijo Violeta, mirando la bandeja frente a ella.

"Simplemente pensé que era apropiado, una especie de celebración."

"¿Una celebración?"

"Bueno, es mañana y todavía estamos aquí."

Sonriendo, Violeta se movió y Chiara se metió debajo de las sábanas.

"Entonces, ¿hay planes para hoy?" Preguntó Violeta, untando un trozo de pan con mermelada.

"Realmente no. ¿Tienes?"

"Pensé que te ayudaría a mudarte."

"¿Qué?"

"De tu habitación a la mía," dijo Violeta antes de tomar un bocado de pan tostado. "Oh."

"¿Está bien? Quiero decir, solo pensé que ya que estamos... estamos..."

"¿Cogiendo como conejos?"

Pequeños trozos de pan tostado salían de la boca de Violeta. Lavando lo que quedaba con un poco de té, limpió las migajas restantes de las sábanas mientras miraba juguetonamente a Chiara. "Estaba tratando de ser un poco más delicada"

"Esto viene de una mujer que hace apenas unas horas me pidió que la follara fuerte."

La cara de Violeta floreció como la más roja de las rosas mientras miraba a la mujer masticando su desayuno. "Entonces, ¿eso significa que te mudarás a mi habitación?"

Pensando por un momento, Chiara dijo: "Sí, pero los lugares nuevos son difíciles para mí, por lo que si vuelvo a deslizarme en medio de la noche, no te ofendas. ¿Bueno?"

"Eso es un trato."

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"¿Qué es?" Preguntó Violeta al pasar junto a Chiara en las escaleras mientras subía otro montón de ropa.

"Esta es la última parte de mi guardarropa, y creo que tengo un cajón más para vaciar en la cómoda."

"¿Te importa si lo consigo?"

"Hurgue en mis bragas libremente, señorita Hódar," Chiara dijo mientras subía las escaleras.

Riendo, Violeta regresó a la habitación de Chiara y, después de abrir otros cuatro cajones en el tocador, encontró el que aún estaba lleno de sostenes y bragas. Algo sorprendida de ver solo unos pocos, y que todos eran blancos o beige, Violeta los recogió y cerró el cajón.

"Veo que los encontraste," dijo Chiara, entrando a la habitación.

"Sí, una selección bastante limitada," dijo Violeta, mirando el algodón y el spandex en sus manos.

"Nunca pensé que alguien más los vería," dijo Chiara encogiéndose de hombros.

Violeta habría respondido, pero su proceso de pensamiento fue interrumpido por un fuerte gruñido que venía del estómago de Chiara. Estudiando a la mujer por un momento, ella preguntó: "¿Tienes hambre?"

"Tal vez un poco, pero sé que querías hacer esto."

Dándole a Chiara el ojo malvado, Violeta empujó la lencería en sus manos. "Guarda esto y yo nos haré algo para comer, y ni siquiera pienses en decir que no"

Por una fracción de segundo, la sonrisa de Chiara desapareció, solo para regresar con la misma rapidez cuando Violeta se inclinó para darle un beso en la mejilla antes de salir por la puerta. Mirando alrededor de la habitación vacía, Chiara recogió los dos libros en la mesita de noche, apagó la luz y se dirigió escaleras arriba.