Capítulo 5: Conflictos en Casa

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La casa de los Lee, ese elegante refugio en las afueras de Seúl, como todos se referían a mi hogar. Las paredes, llenas de fotos familiares y recuerdos de tiempos felices, ahora parecían ajenas. Desde que mi esposa murió, todo había cambiado. La sombra de la pérdida había oscurecido cada rincón y había puesto a prueba todo lo que quedaba de nuestra fortaleza familiar.

Mia, mi hija, era quien más lo había sentido. Apenas tenía catorce años cuando su madre falleció, y ese cambio abrupto la desorientó por completo. La mudanza a una nueva casa, una nueva escuela, y nuevos recuerdos, solo había añadido más peso sobre sus hombros. Nuestra relación, que ya era algo distante, se volvió aún más tensa tras la tragedia.

Como cada mañana, me levanté temprano. Mi rutina era precisa: un desayuno rápido, preparar los documentos del bufete y salir al trabajo. Pero el ambiente en casa estaba lejos de ser tranquilo. Mía parecía estar en una etapa de rebeldía que desafiaba cada uno de mis intentos por mantener el control.

Al entrar en la cocina, la encontré sentada en la mesa. Tenía un libro de texto abierto, pero era evidente que su mente estaba en otro lado. El desorden en la cocina, platos sin lavar y comida regada, reflejaba su estado de ánimo.

—Buenos días, Mía —le dije, intentando que mi tono sonara suave después de las discusiones los días anteriores. —¿Cómo te va la preparación para el examen?

Mía me miró apenas, su expresión cargada de desdén. —No lo sé. Este lugar es un desastre y no puedo concentrarme con todo esto.

Fruncí el ceño. —Ya hemos hablado de esto. Tienes que ayudar con las tareas de la casa. Es parte de vivir aquí.

—¡Siempre estás hablando de responsabilidades y tareas! —espetó, levantándose bruscamente de la mesa. —Me mudé aquí porque no tenía otra opción, tú decidiste y no me preguntaste si quería venir aquí, aun así vine, pero esto no es lo que quiero.

Suspiré. —Mía, entiendo que esto es difícil para ti. También lo es para mí. Pero estamos en esto juntos. Tenemos que adaptarnos y hacer que funcione.

Ella cruzó los brazos, claramente frustrada. —¿Adaptarnos? ¿Cómo se supone que haga eso si ni siquiera conozco a nadie aquí? No me has dado un respiro para procesar nada y más ahora que tiene y traes a una tipa a casa, crees que soy estúpida, como ella, cuantas más te has cogido desde que mamá murió más bien desde que mataste a mamá

Sus palabras me golpearon directo al corazón. Todo lo que intentaba hacer parecía en vano, y la distancia entre nosotros crecía con cada día.

—Mía respétame, no digas eso, yo no mate a tu madre, tú más que nada sabes bien lo que sucedió, además. Estoy haciendo lo mejor que puedo —respondí, intentando controlar mi propio cansancio. —Solo te pido que intentes hacer tu parte. Si necesitas algo, dímelo. No trato de ser cruel, solo quiero que todo funcione.

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