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Jimin despertó lentamente en su antigua habitación, un espacio amplio y elegante que siempre había sido un refugio silencioso. Las paredes estaban pintadas en tonos de negro y azul oscuro, creando una atmósfera sofisticada que combinaba con el techo alto y los detalles elegantes que daban a la habitación un aire casi majestuoso.

Aunque habían pasado siete años desde que se fue, la habitación seguía intacta, como si el tiempo no hubiera transcurrido en su ausencia. Los empleados de la mansión, siempre diligentes, se habían asegurado de mantener cada rincón impecable, como si estuvieran esperando su regreso en cualquier momento.

Se quedó un rato en la cama, sus pensamientos entrelazados con la sensación de estar atrapado entre el pasado y el presente. Giró la cabeza hacia la mesa de luz donde había dejado su celular la noche anterior.

Sintió una oleada de miedo recorrerle el cuerpo. Sabía que debía revisarlo, pero el temor de no encontrar respuesta a su mensaje del día anterior le paralizaba.

Le había preguntado a su hermano algo, y la idea de que él no le respondiera, de que aún no lo perdonara por haberse marchado por tanto tiempo, lo aterraba.

Pero había otra razón por la que evitaba el celular. Tenía miedo de encontrar mensajes o llamadas perdidas de su jefe o compañeros de trabajo. A pesar de haber dejado claro que necesitaba volver a su ciudad natal para tomarse un descanso, el peso de su trabajo seguía persiguiéndolo.

Sin embargo, sabía con certeza que nadie lo buscaría. Les había dejado claro que necesitaba tiempo para sí mismo, tiempo para reconectarse con lo que había dejado atrás.

Suspirando, Jimin decidió alejarse de esos pensamientos y se levantó de la cama. El frío del suelo de mármol bajo sus pies lo hizo estremecer, pero no se detuvo. Se dirigió al baño, que estaba integrado en su habitación, con suelos de mármol pulido y un enorme espejo que cubría la pared.

El lujo del lugar le recordaba la vida que había dejado atrás cuando decidió huir de todo. Tomó una ducha rápida, dejando que el agua caliente relajara sus músculos tensos.

Una vez vestido, Jimin bajó a la cocina. Para su sorpresa, ya había un desayuno preparado, como si el personal supiera que estaba ahí, anticipando sus movimientos.

Se sentó en la mesa mientras uno de los empleados le sirvía una taza de café. La mansión estaba en silencio, y cuando preguntó por su hermano, el empleado le informó que no había regresado aún. Una sensación de vacío se instaló en su pecho.

Mientras desayunaba, su mente regresó a la noche anterior, al mal rato que había pasado en el bar con el chico de cabello color menta. El recuerdo le hizo sentirse un poco ridículo. ¿Qué estaba pensando al ir a un lugar como ese solo para leer?

Se llevó una mano a la frente, incómodo con la situación. Por un momento, se sintió impulsado a disculparse con aquel chico por cómo habían terminado las cosas. Luego recordó que no tenía forma de encontrarlo, más allá de regresar al mismo bar.

Justo cuando estaba terminando su desayuno, escuchó pasos en la puerta. Levantó la vista y vio a su hermano entrando en la cocina.

El aire se volvió tenso al instante. Ninguno de los dos dijo una palabra; no había necesidad. La incomodidad entre ellos era palpable, y en el cruce de sus miradas, se sintió la tensión de los años no hablados, las preguntas no hechas.

Tae lo miró con una mezcla de malestar y curiosidad. Era evidente que quería saber por qué Jimin había regresado, pero su orgullo le impedía preguntar.

El silencio se apoderó del ambiente mientras ambos se quedaban ahí, atrapados en sus propios pensamientos.

Jimin rompió el silencio primero, con la voz más suave de lo que había planeado:

Conexiones del corazón ~ Yoonmin & Hopev/VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora