3. My New friend... Sergio Pérez

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— ¡Realmente tienes que

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— ¡Realmente tienes que...! ¡Tienes que estarme jodiendo, Max! —Charles gritó, golpeando el suelo con su puño. Se había caído de la cama de Max –en la cual se encontraban originalmente hablando después de que el otro llamase a su mejor amigo en busca de desahogar todo lo que tenía en su interior desde aquel infortunado suceso– debido a la exagerada risa maniaca que no había cesado desde que Max empezó a relatarle su primera charla con Sérgio Pérez.

— ¡Demonios, Charles, deja de reírte! —exclamó Max, lanzándole una almohada en el rostro a su mejor amigo, frustrado, avergonzado y muy rojo—. Me haces sentir mucho peor.

El monegasco inhaló un par de veces antes de encontrar su voz.

— No creo que eso sea humanamente posible, Max —confesó su mejor amigo, apoyando sus codos en el colchón de la cama, aún sentado en el piso—. Es decir, lo primero que sale de tu boca la primera vez que hablas con una criatura inocente como Sergio Pérez es: "¿Me dejas chupártela?" —las mejillas de Vestappen estaban ahora en un intenso tono carmesí—. Solo porque quedaste sorprendido por el enorme tamaño de su mini-Sergio, no tan mini, según lo que me estás contando... no te da derecho de ser un indecente. Debiste invitarle un café primero.

— ¡Charles, ya basta! —gritó Max, tirándose de espaldas en su cama, cubriendo su rostro con una almohada, ahogando un grito de frustración en ella. Tenía ganas de llorar debido a lo avergonzado que se encontraba con Sergio Pérez.

Demonios, después de haber soltado tal cosa, no se dio cuenta de la estupidez que había dicho hasta que el rostro entero del chico se volvió tan rojo como una manzana madura. El labio inferior le tembló, no pudo decir una palabra y Max, enseguida, se dio cuenta de lo profundo que había metido la pata.

"L-lo siento... creo que debo irme"

Fue lo único que pudo articular el mexicano, quien se olvidó de inmediato de su ducha y salió corriendo con la ropa a medio poner, dejando a Max con una disculpa en la boca y la vergüenza más enorme que había experimentado en su vida.

— Debo disculparme con él —balbuceó Vestappen, aún con el rostro enterrado en la almohada.

— ¿Hm? —inquirió su mejor amigo, subiéndose en la cama y quitándole la almohada del rostro —, ¿Qué has dicho?

— Que debo disculparme con él. No podré vivir en paz conmigo mismo si él sigue teniendo esa errónea impresión de mí, Charles —dramatizó el rubio, sentándose sobre sus pantorrillas y meneando a su amigo de los hombros—. ¡Lo traumaticé!

— Sí, eso me ha quedado bastante claro —ironizó su amigo, rodando los ojos—. Pero créeme cuando te digo que Sergio va a estar ignorándote hasta en los almuerzos. Debe estar tanto o más avergonzado que tú.

— Por eso tú me ayudarás a atraparlo —canturreó Max, sonriendo exageradamente.

— Si lo vamos a "atrapar", se va a asustar mucho más —analizó Leclerc, llevándose los dedos a la barbilla, con una expresión pensativa.

Falofilia : ChastappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora