𝟕. 𝐃𝐨 𝐲𝐨𝐮 𝐦𝐢𝐬𝐬 𝐦𝐞?

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Ese mismo día, mientras la tensión se cernía sobre la casa y el silencio invadía cada rincón, Chaeyoung se encontraba sola en la habitación que había compartido con Jennie durante esos últimos 3 años. La atmósfera estaba impregnada de una tristeza densa, un aire pesado que dificultaba incluso la respiración. Cada esquina de la habitación parecía observarla con una mudez fría, testigo inerte de los momentos de felicidad que se habían desvanecido como un espejismo. Ahora, todo lo que quedaba era un vacío ensordecedor y el eco de una decisión que la desgarraba por dentro.

Chaeyoung, con manos temblorosas y la vista nublada por las lágrimas, comenzó a meter su ropa en la valija, pieza por pieza, como si cada prenda fuera un trozo de su vida que se desmoronaba ante sus ojos. El zumbido bajo y constante de su respiración entrecortada llenaba el aire, interrumpido solo por el roce del tejido contra la tela de la maleta. Era un proceso lento, casi tortuoso, como si en cada prenda que doblaba y guardaba estuviera empaquetando también un fragmento de los recuerdos que había construido junto a Jennie.

Las lágrimas brotaban, insistentes, como si su corazón hubiera abierto una compuerta que no podía controlar. Sentía una opresión en la garganta, una sensación de contracción que la asfixiaba con la crudeza de la realidad: Jennie la estaba echando. No era una simple pelea, no era una discusión pasajera. Esto era una separación definitiva, una brecha insalvable que había crecido entre ellas desde el accidente, y que ahora parecía imposible de cerrar. Chaeyoung se preguntaba, entre sollozos silenciosos, en qué momento las cosas habían llegado tan lejos. ¿Cuándo había comenzado el abismo a formarse? Recordaba los días en que la risa resonaba por toda la casa, los besos tiernos que compartían al amanecer y el abrazo cálido de Jennie por las noches. Pero esos recuerdos parecían distantes, como si pertenecieran a otra vida, una vida que ahora era imposible recuperar.

La mente de Chaeyoung divagaba, atormentada por pensamientos que se arremolinaban sin cesar. No podía evitar sentir una profunda autocompasión, como si este desenlace fuera una consecuencia inevitable de sus propias acciones. Se culpaba por no haber sabido cómo manejar la situación, por haber permitido que Jennie se sintiera tan desconectada de ella. La imagen de su esposa herida, con una memoria rota y una distancia emocional insalvable, la perseguía. A pesar de todo el amor que aún sentía por Jennie, ahora se encontraba en una encrucijada donde sus sentimientos de culpa y desesperación se mezclaban con la impotencia.

A cada prenda que guardaba en la maleta, un sollozo contenido se escapaba de su pecho. Era un llanto silencioso, uno que no se atrevía a manifestarse del todo, como si temiera que, si se dejaba llevar por el dolor, no sería capaz de detenerse. Sus pensamientos volaban hacia Ella, su hija, su pequeña e inocente hija, la niña que amaba con cada fibra de su ser. ¿Cómo iba a explicarle que su mamá Alfa ya no estaría allí? ¿Cómo podía pedirle a una niña de dos años que comprendiera algo tan doloroso y complejo? El solo hecho de pensar en la carita de su hija, buscando consuelo y seguridad, hacía que su corazón se partiera en mil pedazos. Chaeyoung sentía que estaba fallando, no solo como esposa, sino como madre. La imagen de Ella quedándose en esa casa sin ella la atormentaba, como un eco constante que reverberaba en su mente. Era injusto que una niña tan pequeña tuviera que pagar el precio por los errores de los adultos.

Finalmente, cuando ya no quedaba nada más por empacar, cerró la maleta con un sonido que resonó en el silencio de la habitación, como si sellara el destino que le aguardaba. Se quedó quieta por un momento, mirando la valija con ojos vidriosos, como si al cerrar esa maleta también estuviera cerrando un capítulo de su vida. El peso de la despedida era demasiado, una carga emocional que amenazaba con aplastarla.

Con pasos lentos, descendió las escaleras de la casa, arrastrando su maleta como si fuera el reflejo de la carga emocional que llevaba. Cada escalón parecía un pequeño adiós, una despedida a los momentos compartidos, a las risas y las lágrimas, a las promesas que alguna vez se hicieron. Jennie la seguía, sus pasos casi inaudibles, como si la acompañara desde la distancia sin atreverse a romper el silencio que se había impuesto entre ellas. El ambiente era tenso, cargado de una mezcla de frustración, tristeza y confusión.

𝐅𝐨𝐫𝐛𝐢𝐝𝐝𝐞𝐧 𝐋𝐨𝐯𝐞 𝐈𝐈 || 𝐂𝐡𝐚𝐞𝐧𝐧𝐢𝐞 𝐎𝐌𝐄𝐆𝐀𝐕𝐄𝐑𝐒𝐄 𝐆!𝐏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora