11

21 5 1
                                    


Al llegar, Apo se encontró con Mile en la sala. Estaba sentado viendo una serie con un tazón de palomitas.

—¿Sigues despierto? —Apo no esperaba encontrarse con él.

—Sí, no podía dormir... creí que no llegarías hasta mañana...

—¿Por qué creíste eso?

—Tú me lo dijiste, Apo.

—Ah, claro —Apo se quitó el abrigo y dejó sus llaves en la mesita junto a la puerta, para dirigirse hacia donde estaba Mile.

Apo se sentó al lado de Mile y este le ofreció de sus palomitas.

—¿Estás molesto? —preguntó.

—¿Por qué habría de estarlo? —preguntó Mile, fingiendo indiferencia.

—Sé que no te agrada Job... pero no es mala persona.

—Sé que no es mala persona, Apo —dijo Mile, dejando el tazón en la mesa que tenía enfrente.

—¿Entonces por qué te molestas tanto cuando salgo con él?

—¿De veras no adivinas por qué?

—Ese es el problema contigo, Mile. ¿Por qué siempre tengo que adivinar? Nunca eres claro conmigo. No me digas que estabas celoso como la otra vez.

—¿Y si así fuera, qué?

—¿Celoso de qué, Mile? Si eres tú el que actúa como si yo no existiera.

—¿Yo? ¡Tú eres el que no quiere verme! Hasta me dejas hablando solo, eres tú el que huye de mí y no entiendo por qué. ¿Me odias tanto? ¿Tanto odiaste aquel beso? No sabes cómo me arrepiento de haberlo hecho, porque desde ese día me tratas como si tuviera la peste.

—¡Es tu culpa! ¿Por qué? ¿Por qué de todos los hombres tenías que elegirme a mí para hacer eso? Si solo querías experimentar, pudiste haberlo hecho con cualquiera sin que yo me enterara.

—¡Yo no quería experimentar, Apo! ¡Tú me gustas!

—¿Cómo? —El corazón de Apo comenzó a latir rápidamente con una emoción que él reconoció como alegría. No podía evitar sonreír, pero al mismo tiempo se sentía inseguro—. ¿Cómo dices que te gusto? No digas tonterías, Mile.

—¿Tonterías? —Esa palabra ofendió a Mile. Se sentía como un niño, casi a punto de llorar; juraría que estaba temblando. Respiró profundo y trató de calmarse—. No son tonterías, de verdad me gustas, pero no quería perder tu amistad. Sabía que me ibas a rechazar.

—¡Ah, claro! Y por eso regresaste inmediatamente con Nan.

—¿De qué hablas? ¡Yo no ando con Nan! ¿Quién te dijo eso?

—No importa.

—Claro que importa, porque quien te dijo eso te mintió. Yo no regresé con ella. Incluso si a ti no te importa, me molesta que me anden levantando falsos.

—Nunca dije que no me importara —respondió Apo ante la mirada expectante de Mile—. ¿De verdad te gusto? —dijo, acercándose a gatas hasta quedar frente a Mile.

—Apo...

—Perdóname, Mile. He estado enredándolo todo, tratando de evitar esta conversación, tratando de negar lo que siento por ti, aun sabiendo lo que es... Me gustas, Mile. Me gustó el beso que me diste, y me gusta lo que haces en el baño pensando en mí cuando crees que estoy dormido... —La cara de Mile se tornó completamente roja, hasta las orejas, ante eso último—. ¿Me besarías otra vez?

Ni siquiera esperó a que Mile le respondiera cuando posó sus labios sobre los de él. Mile recibió gustoso el beso de Apo, tomó su rostro para acercarlo más. A medida que Apo se inclinaba sobre Mile, el beso se hacía más profundo, más húmedo. Ninguno de los dos tenía idea de cuánto duró. Tuvieron que separarse cuando ya no les quedaba más aire. Ambos sonreían y disfrutaban esa sensación de ardor, consecuencia de chupetones y mordidas que ambos se dieron en los labios...

01.MileApo - Un amor inocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora