Yor Forger vs Mikasa Ackerman

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La noche se cernía sobre la ciudad, iluminada por un par de faroles que apenas lograban romper la oscuridad. En un callejón solitario, las sombras parecían cobrar vida mientras dos figuras se encontraban cara a cara: Yor Forger, la temida Asesina de la noche, y Mikasa Ackerman, la guerrera imbatible del Cuerpo de Exploración.

Yor, con su vestido negro ondeando suavemente con la brisa, empuñaba un par de cuchillos que brillaban con un brillo letal. Sus ojos reflejaban la determinación de proteger a su familia a toda costa. Por otro lado, Mikasa, con su distintiva bufanda roja y su espada en mano, mostraba una calma gélida, lista para enfrentar cualquier amenaza.

—No tengo intención de pelear contigo, Yor —dijo Mikasa, su voz firme pero llena de respeto—. Pero no puedo permitir que continúes con tus asesinatos.

Yor sonrió, aunque sus ojos delataban la tensión. Sabía que Mikasa no se detendría por nada.

—Lo entiendo, pero tengo mis propias razones. No puedo dejar que esto se interponga en mi camino.

Con un rápido movimiento, Yor lanzó uno de sus cuchillos. Mikasa se movió con la agilidad de un rayo, esquivando el ataque y contraatacando con un golpe rápido. Yor se inclinó hacia atrás, sintiendo el aire agitarse a su alrededor mientras la espada de Mikasa pasaba a centímetros de su rostro.

—Eres más rápida de lo que pensé —admitió Yor, tomando una posición defensiva.

Mikasa no perdió el tiempo. Avanzó hacia Yor, sus movimientos fluidos y precisos. Cada ataque era calculado, cada paso una estrategia. Pero Yor no era una oponente cualquiera. Con la destreza de una asesina entrenada, contraatacó, utilizando su entorno a su favor. Un salto ágil y un giro en el aire le permitieron esquivar otro ataque, mientras lanzaba su segundo cuchillo.

El metal cortó el aire, pero Mikasa, con su entrenamiento, desvió el arma con un movimiento de su espada. Las dos luchadoras intercambiaron golpes, cada uno resonando con el eco de sus determinaciones.

—¡Esto no tiene que terminar en muerte! —gritó Mikasa, evitando un golpe que podría haber sido fatal.

—Lo sé —respondió Yor, su voz más seria—. Pero necesito proteger a mi familia.

La pelea continuó, cada movimiento impregnado de un propósito profundo. Yor, con su agilidad y técnica, parecía un espectro danzante en la oscuridad. Mikasa, con su fuerza y experiencia, era un muro impenetrable, bloqueando y contrarrestando cada ataque.

Finalmente, después de una serie de intercambios que dejaron ambas luchadoras sin aliento, se encontraron en un impasse, las espadas y cuchillos a escasa distancia entre sí. La tensión era palpable.

—No eres mi enemiga, Mikasa —dijo Yor, con un resplandor de sinceridad en sus ojos—. Pero no puedo rendirme.

Mikasa asintió, entendiendo la gravedad de la situación. Ambas eran guerreras en sus propios derechos, luchando por lo que más amaban.

—Entonces, ¿qué tal si hacemos esto? —sugirió Mikasa, bajando ligeramente su espada—. En lugar de pelear, trabajemos juntas para encontrar una solución.

Yor miró a Mikasa, su expresión de sorpresa transformándose en reflexión. Ambas sabían que el mundo estaba lleno de enemigos comunes. Con un gesto lento, Yor bajó sus cuchillos.

—Está bien. Pero no olvidaré que eres una oponente formidable.

Mikasa sonrió, dejando escapar la tensión del combate. En ese momento, el conflicto se desvaneció, dando paso a una alianza inesperada en un mundo lleno de sombras.

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Colisión de universos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora