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La mañana siguiente amaneció con un sol radiante que se colaba por las ventanas de una casa en el centro de Seúl

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La mañana siguiente amaneció con un sol radiante que se colaba por las ventanas de una casa en el centro de Seúl. El día prometía ser perfecto, al menos en apariencia. Felix, con su cabello rubio desordenado, estaba ocupado en la cocina, colocando platos y cubiertos sobre la mesa. Mientras tanto, desde la estufa, una nube de vapor flotaba en el aire.

"Oye, ¿ya tienes lista la comida?", gritó Felix por encima de su hombro, mientras su hermano Jisung batía algo con fuerza en la sartén.

"Paciencia, hermano. Esto no es magia. Bueno, casi", bromeó Jisung, sonriendo maliciosamente.

Al otro lado de la cocina, Changbin estaba ayudando con lo último del desayuno, aunque más que trabajar, se limitaba a probar lo que iba cocinándose. "No sé si me atreva a comer esto. He oído que Jisung cocina tan bien como escribe sus finales dramáticos."

"¡Oye!", el peliazul se giró, apuntando con la espátula como si fuera un arma. "No te metas con mi comida ni con mis libros."

"No me meto, solo digo la verdad", contestó Changbin, encogiéndose de hombros con una sonrisa socarrona.

Felix soltó una carcajada mientras colocaba los vasos. "Conociendo a Jisung, no me sorprendería que alguien muriera en el desayuno… ya sabes, como en sus historias."

"¡Felix, traidor!", Jisung sacudió la cabeza, indignado. "Algún día se darán cuenta de que soy un genio incomprendido."

Finalmente, cuando el desayuno estuvo listo, los tres se sentaron a la mesa. Changbin, con los ojos brillantes, rompió el silencio mientras llenaba su plato.

"Entonces, ¿qué tal les ha ido? Siento que no los he visto en mil años. Ya casi se me olvidaba cómo se ven."

Jisung fue el primero en hablar, estando animado. "Todo bien, escribiendo sin parar. Ya sabes, la vida del escritor nunca descansa."

Changbin arqueó una ceja, interesado. "¿Y cómo va con tus libros? ¿Alguno nuevo en camino?"

Jisung se encogió de hombros, como si la respuesta fuera obvia. "Estoy en proceso de terminar uno. Esta vez es algo más intenso... tal vez un poco más oscuro de lo normal."

Felix no pudo contener la risa, casi atragantándose con su comida. "A veces me cuesta creer que este ser humano con cara de angelito es capaz de escribe esas porquerías que da miedo leer."

Changbin se unió a la risa, asintiendo vigorosamente. "Es verdad, a veces parece que escribes novelas para adultos disfrazadas de romance. Pero al menos te contratan para adaptarlas. Tienes que reconocer que tienes un don."

Felix asintió mientras tomaba un sorbo de café. "Eso sí, aunque a veces me pregunto cómo demonios lo logras."

La conversación avanzaba con fluidez, pero Changbin no pudo evitar cambiar el tema, curioso. "¿Y tú, Lix? ¿Cómo va todo en la tienda? Me imagino que debe ser el trabajo más aburrido del planeta."

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