CALRION
La tarde se desplegaba bajo un cielo violáceo. La ciudad de Volaris permanecía tranquila, ajena a los eventos que tenían lugar. Sin embargo, en menos de veinticuatro horas, las muertes y desapariciones acaecidas ocuparían la primera plana del periódico Crónicas del Centinela, lo que provocaría un incremento en las medidas de seguridad en todas partes. Antes de que ocurriera, Liam y su grupo necesitaban escapar de la Academia y seguir los pasos de Leo, quien se dirigía a las tierras de El Pináculo, una pequeña isla que flotaba lado a lado junto a la principal que contenía el reino. De camino a los dormitorios, Cheryl, que sabía leer los labios, descubrió a través de una conversación que la profesora Claisy solicitaba autorización para crear una barrera mágica alrededor de la Academia. Crear una barrera mágica no era tarea fácil, por lo que estaba en manos del director considerar si la situación lo ameritaba. De aprobarse, los chicos tendrían graves problemas para escapar. Pero en ese momento lo que más les preocupaba era manejar a Skyriel que se encontraba afuera, rondando por el pasillo y los guardias que rodeaban el recinto. Necesitaban una distracción efectiva y no había nadie mejor para crear revuelo que Calrion, el pillo de Bastión del Cuervo.
Si su tío Morgrim no hubiera estado allí cuando la partera anunció en voz alta su nacimiento, habría jurado que el chiquillo vino al mundo saltando sobre los tejados mugrientos del Bastión del Cuervo. Y es que su habilidad para trepar, saltar, deslizarse, rodar y esquivar no tenía nada que envidiarle a la de cualquier guardián regular, algo que Liam sabía muy bien.
Cheryl terminó de atar el último nudo en la cuerda hecha de sábanas y la aseguró a la litera con visible esfuerzo. Liam tomó el otro extremo y lo llevó hasta la ventana. Calrion se le acercó y extendió la mano mientras, de reojo, observaba a Cheryl que evitaba su mirada.
—Te esperamos aquí —dijo Liam con un aire desbordado de confianza.
—Buena suerte —dijo Cheryl con voz seca, tosca. Era mala para disimular cuando algo la molestaba.
Momentos antes, mientras aún preparaban su plan, Calrion les confesó que había robado algo de la tienda de suministros mágicos Novarcana: una cajetilla de dulces cambia voz que vio en un estante de productos descontinuados. La etiqueta decía "Grito de Lurkhai". Los Lurkhai eran unas criaturas espectrales provenientes del abismo y estaban clasificadas con un nivel de catástrofe siete de diez lo que a Calrion le pareció suficiente para llegar a las pruebas de ingreso con ventaja. Cheryl no dijo nada, pero al enterarse, la imagen que tenía de Calrion se desplomó, dejándola profundamente decepcionada. Liam no aprobaba actos como ese, sin embargo prefería no involucrarse en los asuntos ajenos ni dar lecciones de moral sin que se lo pidieran. Además, acababa de conocer a Calrion y aún no sentía la suficiente confianza como para decirle algo. En ese momento, lo único que le importaba era rescatar a su madre y si ese grito de Lurkhai, robado o no, le serviría para cumplir la misión, lo aceptaría con gusto.
En la mente de los jóvenes, el plan era sencillo. El primer paso consistía en usar el Grito de Lurkhai en un rincón apartado del castillo, lo más lejos posible de sus habitaciones, para hacer creer a los guardias que la temible criatura se había colado dentro. "Skyriel y los demás guardias seguramente llamarán refuerzos," pensaban.
Calrion se asomó por la ventana para asegurarse de que no hubiera nadie a la vista. Se deslizó por el borde, probó la cuerda y se apoyó en la pared. Con cuidado, se balanceó para alcanzar un alero y, desde allí subir al tejado de los salones de herbolaria. Avanzó con agilidad por la pendiente hasta llegar a un pequeño puente que conectaba con una torreta utilizada para el mantenimiento. La torreta daba acceso a un ático cubierto de polvo. Era una habitación sombría con muebles cubiertos por sábanas blancas. Por un momento Calrion pensó que eran fantasmas, pero al darse cuenta de su error, esbozó una sonrisa y siguió hasta la puerta. La madera crujió mientras la abría lentamente. Dejó sólo una rendija por la que poder asomarse y, al comprobar que no había nadie afuera, continuó. Delante de él se extendía un largo pasillo iluminado por antorchas de fuego mágico que proyectaba sombras danzantes en las paredes. Cada paso que daba resonaba en el vacío. A medida que avanzaba, el castillo parecía cobrar vida, con sus corredores laberínticos y giros inesperados. Finalmente, bajó unas escaleras que lo condujeron hacia una bodega oscura, llena de cajones con artefactos de limpieza, escobas, trapeadores, cajas de cartón llenas de trapos, estatuas, velas, candelabros y una gran cantidad de utensilios de cocina olvidados en estanterías. Era el lugar perfecto para llevar a cabo su plan.
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LIAM LUNA Y LA BRÚJULA DEL REY CUERVO
FantasíaLiam Luna, un joven heredero del legado de los Guardianes, se enfrenta a un desafío inesperado cuando su madre desaparece en el enigmático mundo de Eiralis. Con la ayuda de su amiga Cheryl, Liam se embarca en la búsqueda de la legendaria Brújula del...