𝗡𝗶𝘃𝗲𝗹 𝗘𝘅𝘁𝗿𝗲𝗺𝗲ㅤㅤㅤㅤᴍᴏᴏɴ

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Las calles estaban tranquilas cuando Seishiro Nagi llegó a casa. El ruido de la ciudad se quedaba atrás, apenas un eco distante en su mente. Otro día de entrenamiento, otra jornada en la que los días se fundían uno con otro. A veces le parecía que estaba atrapado en una rutina, pero al mismo tiempo sabía que tenía algo más que fútbol esperándolo. Y esa simple certeza hacía que el cansancio no le molestara.

Cuando abrió la puerta, el aroma familiar del hogar lo recibió. Pero, antes de que pudiera relajarse, una pequeña figura salió disparada desde el fondo de la casa.

—¡Papá, papá! —gritó Ayumi, su hija de cuatro años, con una energía infinita en sus movimientos—. ¡Tienes que venir a jugar conmigo!

Su entusiasmo era contagioso. Los músculos de Seishiro, tensos por el entrenamiento, parecieron aflojarse un poco. Al fondo del pasillo, vio a (N), apoyada en el marco de la puerta, sonriéndole.

—Te estuvimos esperando para jugar —dijo ella, con esa calidez en su voz que siempre lo hacía sentir en casa.

Sin decir palabra, Seishiro se agachó, levantando a Ayumi con facilidad. Ella soltó una risita encantada al quedar suspendida en el aire, sus manos aferrándose al cuello de su papá. Desde esa altura, veía el mundo desde la perspectiva que solo un gigante como su padre le podía ofrecer.

—Papá es tan fuerte —dijo ella, sus ojitos brillando.

—No tan fuerte como tú, Ayumi —respondió Seishiro, su tono relajado y suave.

Mientras la llevaba hacia su dormitorio, el peso de su hija no le resultaba una carga. Ayumi hablaba sin parar, contándole detalles sobre su colección de muñecas, sobre cómo una de ellas se había "lastimado" en una batalla épica contra otra muñeca, y cómo ahora necesitaba de su papá para curarla. Seishiro, aunque normalmente hubiera deseado una cama cómoda y algo de silencio, se encontró respondiendo a cada detalle con interés genuino.

Al llegar al dormitorio, Seishiro se sentó en el suelo con Ayumi sobre sus rodillas, mientras ella sacaba sus muñecas y comenzaba a preparar el escenario. (N) entró poco después, con una bandeja de bocadillos.

—Pensé que necesitarías algo de energía extra para tu gran batalla de muñecas —bromeó (N), colocando la bandeja cerca de ellos.

Nagi le sonrió en agradecimiento, y los tres se sumergieron en el juego. Ayumi dirigía todo, dictando lo que cada muñeca debía hacer, mientras Seishiro y (N) seguían sus órdenes con una sonrisa. Cada risa de Ayumi parecía aliviar un poco más el cansancio de Nagi, y el tiempo pasó rápidamente.

Poco a poco, la energía de Ayumi comenzó a agotarse. Se recostó contra el pecho de su padre, aún sosteniendo a su muñeca favorita, pero sus párpados empezaban a caer. Seishiro la miró, con esa calma habitual, pero en sus ojos se veía un profundo amor.

—Creo que nuestra princesa está lista para irse a la cama —dijo (N), recogiendo las muñecas del suelo.

Seishiro asintió y, con cuidado, levantó a Ayumi en brazos. Ella se acomodó contra su hombro, susurrando algo que apenas se escuchaba.

—Te amo mucho, papá... y a ti también, mami... —murmuró con una dulzura que hizo que los dos padres se miraran y sonrieran mutuamente.

La llevaron a su cuarto, arropándola con cuidado. Seishiro se inclinó para darle un suave beso en la frente, y (N) hizo lo mismo. Se quedaron allí un momento, mirándola dormir plácidamente, con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Duerme bien, pequeña guerrera —susurró (N).

Después de asegurarse de que Ayumi estaba cómoda, regresaron a su propia habitación. La luna llena iluminaba suavemente el cuarto, sus rayos atravesando las cortinas ligeras. (N) se acercó a la ventana, observando el cielo por un momento. La luz de la luna siempre había tenido algo de mágico para ella, una calma que ahora también sentía en su hogar.

Giró la cabeza para ver a Seishiro. Ya estaba acostado, con los ojos cerrados, su respiración calmada. Sabía cuánto adoraba dormir, lo mucho que le costaba levantarse a diario, y aun así siempre se esforzaba por estar presente para ella y para Ayumi, sacrificando ese pequeño placer en favor de su familia. (N) sonrió con ternura, agradecida por su dedicación.

Justo cuando estaba a punto de meterse en la cama, Seishiro abrió los ojos, como si hubiera sentido sus pensamientos. Se levantó un poco y, sin decir una palabra, extendió la mano para tomar el rostro de (N) entre sus manos. Sus ojos, aunque cansados, brillaban con una sinceridad que pocas veces mostraba.

—Las amo más que a nada en el mundo —dijo en voz baja, pero con una convicción firme.

El gesto, inesperado pero bienvenido, hizo que (N) sintiera un nudo en la garganta. Seishiro, siempre tan directo y honesto en su manera simple de expresar amor, la atrajo hacia él y le dio un suave beso en la frente, dejándola envuelta en su calor.

Finalmente, se acostaron juntos, mientras la luz de la luna se colaba por las ventanas, iluminando su habitación con una paz inquebrantable. Seishiro, al sentir la presencia de (N) junto a él, cerró los ojos, satisfecho. Y en ese momento, el mundo exterior dejó de importar.

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Justo en mis daddy yanke.

No sé que me está pasando que quiero escribir más cosas románticas o así. 🙀🙀🙀

Ame este capitulo,se que es demasiado corto pero realmente hizo que mi corazón se sintiera cálido. 💗

𝗡𝗜𝗩𝗘𝗟 𝗘𝗫𝗧𝗥𝗘𝗠𝗘-𝑺𝑬𝑰𝑺𝑯𝑰𝑹𝑶 𝑵𝑨𝑮𝑰 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora