Rosalie se paseaba por el garaje como un animal enjaulado. De hecho, eso resumía la forma en que se había sentido desde que su aquelarre regresó a Forks. Una tigresa en un zoológico, a la que no le importaba que la observaran a través de los barrotes o que se metieran con ella para divertir a la multitud. La rubia gruñó. Un tigre era un depredador, y no se desenvolvían bien en jaulas, ni les gustaba que les pincharan para divertirse. Alice, Jasper, Edward e incluso Emmett la habían estado observando últimamente, como si necesitara más atención.
En sus setenta y tres años de existencia, estaba acostumbrada a que Edward siempre buscaría algo con que culparla o discutir. Su hermano era el niño prodigio, el músico, el favorito secreto pero no secreto de Carlisle. Alice siempre tiraba de ella en tres direcciones distintas a la vez con sus interminables aficiones y su energía, pero últimamente se había limitado a rondar el borde de la órbita de Rosalie, como si tuviera miedo de acercarse demasiado. Jasper llevaba casi un año mirándola de forma extraña, pero después de lo de hoy la rubia no podía quitarse de encima la molesta sensación de que estaba uniendo las piezas de un rompecabezas que ella había intentado mantener disperso en los rincones más recónditos de su mente. Sin embargo, cuando Emmett la miraba, sólo parecía triste.
Rosalie volvió a gruñir.
El leve susurro de una brisa le rozó la mejilla y Rosalie giró la cabeza para ver a Alice encaramada a su banco de trabajo, pateando las piernas de un lado a otro.
"¿No has visto el cartel?" le espetó Rosalie, señalando por encima de la puerta del garaje, ahora abierta, un cartel de madera tallado a mano que decía "Santuario de Rosalie" en elegante cursiva y, en un texto más pequeño y en negrita, "NO SE PERMITEN PIXIES".
Alice puso los ojos en blanco: "Se suponía que era un regalo de broma, no una decoración permanente".
"Me ha venido muy bien. Ahora vete, estoy ocupada".
La vampiresa, parecida a un duendecillo, se rió entre dientes, pasando una mano por el inmaculado estante de herramientas a su izquierda: "Sí, ocupada trabajando un círculo en hormigón sólido. Llevas dando vueltas desde que llegamos a casa. ¿Estás nerviosa?" Tenía un brillo travieso en sus ojos dorados, un brillo que Rosalie sabía que siempre significaba problemas. "No, ahora vuelve a poner esa llave de carraca donde la encontraste".
Alice hizo un puchero y giró la llave una vez más en sus manos antes de volver a colocar su último juguete en el estante, mientras sus pies seguían balanceándose hacia delante y hacia atrás sobre el borde del banco de trabajo. Rosalie frunció los labios. Alice era nerviosa por regla general, necesitaba constantemente estímulos externos para centrarse o mantener las manos ocupadas. Su energía desbordante solía poner de los nervios a Rosalie, pero la vampiresa rubia percibió una inquietud en su hermana, no su hiperactividad habitual.
"¿Qué quieres?"
Alice se congeló como un ciervo en los faros durante exactamente tres milisegundos, tiempo suficiente para que Rosalie se diera cuenta, antes de saltar del banco de trabajo. La vampiresa rubia trató de moverse sutilmente hacia su derecha, bloqueando la vista de la mesa rodante que estaba sentada detrás de ella. En los estantes superior e inferior había montones de manuales de motos y motocicletas que Rosalie había sacado del fondo de su armario de herramientas al llegar a casa. Ni siquiera podía explicar por qué los había sacado cuando, para empezar, no quería que Bella fuera a su santuario.
Alice se fijó en ellos y ladeó la cabeza con una pequeña sonrisa. "No tienes que estar nerviosa, todo va a salir bien", hizo una pausa, meciéndose hacia adelante y hacia atrás sobre sus talones, "creo".
Rosalie se cruzó de brazos, enseñando los dientes: "¿Está hablando mi hermana o la vidente?".
La vampiresa con aspecto de duendecillo meneó la cabeza con tristeza: "Las dos cosas, Rose. Todo va a salir bien, de una forma u otra, no tienes que ponerte nerviosa".
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Light in the dark | Rosella
FanfictionEl bisabuelo de Bella Swan, Ephraim Black, le transmitió el gen metamorfo, convirtiéndola en su descendiente mayor. Tras ser abandonada por los Cullen, se activa su primera fase y se une a la manada de Sam. Juntos, ella y la manada aprenden a crecer...