🩸 Capítulo 23. 🕸

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Mis ojos permanecían inquietos y sin poder cerrarse. De forma horizontal mis labios se estiraron por el miedo y la sorpresa al ver a dicha persona delante de mí.

Todo esto era muy irreal.

¿Como es esto posible?

Aaryan...

Habían pasado cuatro años desde su desaparición, se fue sin dejar rastro, ni siquiera dejó una nota o alguna pista para saber de su paradero. Muchos lo dieron por muerto, pero en el fondo sabía que él vivía, lo podía sentir, no sé como pero así era. Lo que nunca imaginé fue poder volverlo a ver.

Su cuerpo se ha desarrollado de una forma monstruosa. Se volvió más fuerte y creció mucho más. Tenía algunas imágenes mentales de él, eran muy pequeñas y borrosas pero ahí estaban.

Este no es mi hermano, dije para mis adentros.

No podía ser real.

Aunque la similitud de su rostro con el mío me dejaba todo claro.

Recuerdo que mis padres quedaron debastados al enterarse de que Aaryan se había ido. Fui yo quién les dio la noticia de que había desaparecido.

Como cada sábado en la noche teníamos la costumbre de encender la televisión y ver alguna serie o película cutre en familia. Amábamos esos momentos en los que nos encontrabamos todos juntos.

Eran las doce de la madrugada. Mis padres estaban preparando unos aperitivos para acompañar, había salido de mi habitación para ir a buscar a mi hermano.

Él era un poco diferente en cuanto a estos temas de relacionarse, nunca se le dio bien, a mi tampoco pero al menos con mis padres trataba de relacionarme, bueno, él jamás lo intentó, siempre se encerraba y no salía, no socializaba así que no tenía amigos, solo una novia menor, o sea él le llevaba cuatro años, a veces discutían pero luego pasaba.

Cada sábado iba a buscarlo para que bajara con nosotros. Él igual era parte de nuestro grupo y quería que se la pasara bien.

Me situé frente a su puerta con dudas, levanté mi mano en un puño para tocar la puerta, no quería que se molestara por estar fastidiándolo, siempre se ponía de mal carácter cuando le atosigaban.

Al final tomé aire y arremetí contra la madera, tres toques, un llamado.

—¿Aaryan estás despierto? —alcé la voz para que me escuchara pero no recibí respuesta.

Esperé un poco más e insistí pero nada, ya me estaba impacientando.

—¡La pelí está por comenzar, y mamá ha preparado ese chocolate tan rico que te gusta! —Quise convencerlo pero no funcionó, me estaba desanimando.

Era muy cabezota así que no dejé de llamarle, hasta que se me cruzaron los cables y decidí entrar por mi cuenta, sin ser invitado, no iba a poder resistirse.

Giré la manija de la puerta y la abrí.

Entré con una sonrisa en la cara esperando ver a mi hermanito, pero...

No estaba por ningún lado, había desaparecido.

Evoqué parte de la escena de aquella noche, recuerdo que lo busqué sin parar antes de decirle a mis padres, solo había una ventana abierta, nada más, su ropa tampoco estaba, es decir, se fue por voluntad propia.

Desde esa vez nada volvió a ser igual, mi madre entró en un bucle de depresión y pasó mucho para que pudiera recuperarse, mi padre igual sufría pero él era la cabeza de la familia, tenía que ser firme y darle ánimos a los demás integrantes.

El último ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora