𝐆𝐢𝐚𝐝𝐚
Desde que llegué de Málaga juré evitar a toda costa a Jude Bellingham. Siempre fui la chica buena, la que prefería evitar problemas y mantenerse concentrada en su trabajo. Pero con el británico todo era diferente, su mera presencia había comenzado a sacudir mi mundo de una manera que no podía ignorar.
Por eso esta mañana he decidido quedarme en las oficinas en lugar de ir al entrenamiento. Preferí redactar los posts para las redes sociales desde la comodidad de las salas y echar una mano a los encargados de la indumentaria de los jugadores. Cualquier cosa para mantenerme ocupada y sacar a Jude de mis pensamientos.
Estaba ocupada doblando camisetas, preparando uniformes y colaborando todo lo que podía. Pero, cuando terminó el entreno, vi acercarse a Fer, Bárbara y Alma.
—¿Por qué no has venido a ver el entreno como siempre?—preguntó Bárbara cuando llegó a mi altura.
—No tenía ganas de pasar calor hoy—me excusé.
—Te lo has perdido todo—comenta Alma.
Los miré a los tres extrañada sin entender nada, buscando alguna explicación.
—Jude ha resultado herido.
Las palabras de Fer me dejaron en estado de shock. La preocupación creció dentro de mí.
—Pero, ¿está bien?—sabía que no estaba ocultando nada.
—Sí, cálmate. Tu padre lo ha acompañado a ver a Pedro.
Me relajé un poco más cuando Bárbara me dijo eso. Sabía que mi padre no lo dejaría solo y que sería una buena compañía. Quería ir a verlo, pero salir corriendo de allí para encontrar a Jude levantaría sospechas confusas y me metería en problemas.
Tenía que ser sigilosa y para ello se me había ocurrido algo que podía salir muy bien o muy mal.
—Oye, tengo que irme. Los veré en un rato.
Salí de allí lo más rápido que pude y me dirigí al vestuario. Aparte de que tengo prohibido entrar sin permiso, no quería pasar, sólo encontrarme con Brahim. Pero en vez de encontrarme con el español, me encontré con Vinicius.
—Ey, Giada—le hice un gesto rápido—. No te he visto en el entrenamiento.
—Estaba ocupada ayudando en otros ámbitos.
—¿Estás bien? Te veo nerviosa.
—No, en realidad estoy genial.
Era evidente que algo me inquietaba. Seguí jugando con mis dedos y moviendo mi pierna.
—Está bien, si tú lo dices—no le dio mucha más importancia y cambió el tema—. No te he visto mucho desde que volvimos de Málaga y quería hablarte de una cosa.
—Dime.
—Verás, cuando fuimos a Marbella me di cuenta de que eres realmente fantástica y luego me sentí mal por cómo te hablé cuando me preguntaste por el partido contra el Mallorca.
Su rostro era sincero. No le había dado mucha importancia porque sabía lo duro que debía haber sido para él y se desquitó con la primera persona que vio. Que, afortunada o desafortunadamente, fui yo. Pero no lo estoy juzgando, yo también lo habría hecho.
—Y quería disculparme por eso. Estabas preocupada por mí y no lo vi. Lo siento.
Después de terminar de hablar, no dije nada. Vini me miró esperando alguna señal. Había corregido su error y yo estaba feliz porque se había dado cuenta. Le sonreí amablemente y unos segundos después él me devolvió la sonrisa.
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De Madrid al cielo • Jude Bellingham
Romantik𝑮𝒊𝒂𝒅𝒂, 𝒍𝒂 𝒉𝒊𝒋𝒂 𝒅𝒆 𝑪𝒂𝒓𝒍𝒐 𝑨𝒏𝒄𝒆𝒍𝒐𝒕𝒕𝒊, 𝒆𝒍 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆𝒏𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒍 𝑹𝒆𝒂𝒍 𝑴𝒂𝒅𝒓𝒊𝒅, 𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆 𝒂𝒍 𝒋𝒖𝒈𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒉𝒂 𝒃𝒆𝒔𝒂𝒅𝒐 𝒆𝒍 𝒔𝒂𝒏𝒕𝒐, 𝑱𝒖𝒅𝒆 𝑩𝒆𝒍𝒍𝒊𝒈𝒉𝒂𝒎. 𝑨𝒎𝒃𝒐𝒔...