02: Medalla de oro

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𝐆𝐢𝐚𝐝𝐚

Aprovechaba que tenía la mañana libre para leer.

Todo iba sobre ruedas. Creí que tardaría mucho más en adaptarme, pero tras superar con éxito la primera semana, me gané el corazón de todos mis compañeros. Todo el mundo me felicitó por mi gran dedicación. El Real Madrid contaba con un equipo profesional grande que se comprometía al cien por cien. No podía estar más orgullosa de la admiración que estaba obteniendo por parte del club.

Hace poco que conocí a los jugadores. No había tenido mucho contacto, pero había estrechado una buena relación con la gran mayoría.

De repente, mi móvil interrumpió mi lectura con un timbre machacón. Miraba la pantalla y veía la llamada entrante de mi compañero Fernando. Contesté la llamada que amenazaba con cambiar el rumbo de mi día.

—¿Qué tal, Fer?—saludé con curiosidad.

—¡Hola, Gigi! ¿Te pillo en algo importante?—respondió con tono efusivo.

—Tranquilo, no hacía nada importante. ¿Qué necesitas?—noté que su voz sonaba algo apresurada.

—Genial. Tienes pasaporte, ¿Cierto?—lanzó sin más.

—Sí–oí como Fernando hablaba en voz baja con otra persona al otro lado de la línea.

—Bien, pues perdona que te interrumpa, pero nuestra otra compañera se ha puesto mala y no podrá viajar a la final de la Supercopa. Necesitamos alguien de confianza que sepa cómo va el asunto.

Me preocupé al instante. Alma Hermosillo era la otra chica que completaba el cuarteto de los encargados de crear contenido junto con Bárbara, Fer y yo. Por lo poco que la conocía, era una chica increíble.

—¿Está bien?

—Tuvo una fuerte bajada de azúcar y al ser diabética, tendrá que estar un par de días en reposo. Pero los médicos dicen que se recuperará pronto.

—Vaya. Pobre chica. Espero que se recupere pronto.

—Eso esperamos todos. Centrándonos en el tema, necesitamos a alguien de confianza. ¿Te animas? No queremos dejar al equipo estancado.

La idea de viajar con el equipo a otro país era emocionante, pero también suponía una gran responsabilidad. Pensé por un momento mi respuesta.

—Bueno, un viaje a Varsovia no suena tan mal.

—Muchísimas gracias, estrella, de verdad—soltó aliviado—. Necesitarás algunas camisetas del equipo para trabajar, pero no olvides llevarte ropa cómoda para cuando tengas tiempo libre y poder explorar la ciudad, y algo de ropa para salir de noche por si ganamos y te animas. De todas maneras, ahora te enviaré por mensaje el planning para que tengas todos los detalles.

—Okey, prepararé la maleta en función de eso.

—Perfecto. Asegúrate de estar mañana en Valdebebas sobre la una de la tarde.

—Sin problema. Gracias, Fer.

—¡No es nada! Si tienes alguna duda sobre algo, puedes escribirme.

Nos despedimos y colgué la llamada con una sonrisa en la cara. No podía imaginar todas las flipantes experiencias que se aproximan.

Ahora era el turno de transmitir la noticia por la casa. Davide y mi padre se sentirán muy orgullosos, y Mariann seguro se sentirá feliz por mí.














































































De Madrid al cielo • Jude Bellingham Donde viven las historias. Descúbrelo ahora