5- La propuesta (parte 2)

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—Erick.

He estado dividido entre dos caminos estos dias, uno me llevaría por uno que solo recorrería un cobarde, mismo que consistía en ocultarme hasta que el tiempo se encargue de borrar las memorias y el segundo camino era el que más me tentaba, ese en el que abandonarme a la tentación es lo más delicioso.

Estos dias han sido complicados, primero porque detesto estar en casa y más cuando el calor demasiado intenso que ni siquiera el ventilador es suficiente para calmar mis sudores y he estado derritiéndome sobre mi cama, mientras el mismo calor me vuelve soñoliento todas las tardes, extrañando más que nada la refrescante agua da la piscina de la casa de Sean, pero al parecer eso está a punto de cambiar.

Luego de dos dias muriéndome en mi miseria y ocultándome como un cobarde que nunca ha visto a una mujer desnuda, mi mejor amigo al parecer dejo de creer en mis tontas excusas, sabiendo más que nada que son mentira, porque en primera durante toda las clases del verano, no paraba de decir lo mucho que añoraba su piscina en los dias de verano por venir, asi que Sean sabía bien que algo pasaba y es por ello de que luego de darme la salida de mentir dos dias seguidos, se apareció frente a la puerta de mi casa hace aproximadamente media hora atrás.

Estaba tirado sobre el sofá de la sala, pasando de un canal a otro sin mostrar el mínimo interés en lo que se mostraba, mientras lineas de sudor surcaban mi pecho desnudo y daba cortos tragos a una soda tibia. Sin embargo, nada de eso importaba, porque en lo único en lo que podía pensar era en Susan, la madre de mi mejor amigo.

Esa mujer no salió de mi cabeza en esos dias e incluso la pensaba más que antes. Antes todo era imaginación, adivinar como lucia desnuda, pero ahora que sabia como ella se miraba bajo la ropa, lo deslumbrante, tentadora y perfecta que era su desnudes, me estaba matando. Quise no excitarme luego de todo lo que paso, pero no pude contenerme y todas las veces que terminaba con una erección, caía en la tentación de tocarme sin reparo. Lo hice todas las veces, aunque luego me sintiera un enfermo, pero sobre todo un idiota.

Estaba tan confundido, necesitaba hablar con alguien, que me ayudará a encausar mis ideas, pero la única persona con la que podía hablarlo, resultaba que era el hijo de esa mujer que me volvía loco.

Mis deseos por Susan se han multiplicado por un millón, no puedo dejar imaginarla tocándose, recordar sus gemidos que se colaban en medio de mis sueños, haciéndome sudar más y cuando el mismo calor me hacía delirar, terminaba jadeando su nombre, preso de la mayor excitación de mi vida.

Estaba tan obsesionado con ella, tan adicto a ella, que no estaba seguro si podría superarla en algún momento de mi vida.

Estaba seguro de que su recuerdo, su aroma hechizante, su mirada, sus gemidos de placer, todo eso me perseguiría toda la vida, me seguiría en mis sueños y en mis pesadillas, toda ella, estaría tan metida dentro de mí que sería imposible sacarla de mi interior.

Mi deseo por ella es una cruz que tendría que cargar toda la vida. Asi que por ello corrí lejos, porque sabía que, si me hubiera quedado un segundo allí, terminaría besándola, terminaría tocándola y haciéndola mía, terminaría traicionando a mi amigo con algo más que la imaginación, porque una cosa es desear platónicamente a la madre de tu mejor amigo y otra era realmente follarla como deseaba.

No estaba seguro de que Sean podría perdonarme si hiciera algo como eso y me dolería perderlo.

Es por ello que cuando pareció en mi puerta hace un rato, pensé que moriría del susto, porque toda la semana he estado aguardando que él aparezca y eche abajo mi puerta para partirme la cara por tocarme viendo a su madre, asi que cuando llego realmente a mi puerta, estuve a punto de cagarme en los pantalones de chándal, pero no vino para pelearse conmigo, apareció con una sonrisa.

Ardiente verano (Parte I) COMPLETA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora