6- La propuesta (parte 3)

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—Susan.

Se que está mal. Que debería desistir, pero tan pronto la idea surco en mi cabeza y la acepte con todo deseo, supe que no habia vuelta atrás. Esta cercanía con Erick fue la última gota del vaso y se terminó por derramar.

Se que es un chico prohibido, que es el mejor amigo de mi hijo, con solo 19 años y que debería estar corriendo lejos de esta tentación, pero aquí estoy escuchando la voz de Georgia hablando a mi cabeza como un diablillo sobre mi hombro, acallando a mi lado ángel y susurrándome que haga esto, que lo provoque, que viva este deseo y aunque mi conciencia buena me grita que no lo haga, que todo podría salir mal, sé que mi decisión está tomada.

Follaré al mejor amigo de mi hijo, solo me queda convencerlo de que este deseo que sentimos uno por el otro no está del todo mal.

Un paso es seguido por el otro, mientras el aferra con sus manos temblorosas la encimera a su espalda con una mano, mientras que con la otra trata de ocultar su erección. Mis ojos recorren desde sus pies descalzos, subiendo por sus pantorrillas fuertes y esos muslos tan trabajados que me dan deseos de clavar mis uñas mientras le hago una felación.

Recorro su mano apretada contra su erección marcada bajo el bañador húmedo, parte del duro tronco queda marcado a un lado de su palma y no puedo contener un suspiro ansioso que solo se intensifica cuando mis ojos serpentean por su pecho marcado y musculoso, trabajado por largas jornadas en el gimnasio al que sé que ha invitado varias veces a mi hijo.

Al llegar a su cuello me pierdo un momento en la manzana de Adán que trabaja con fuerza y la tensión de sus venas marcadas, las lineas verdosas que se reflejan bajo la piel pálida que ahora luce bronceada.

—¿Qué hace? — su pregunta está cargada de pánico y eso atrae mi mirada su hermosa cara rubia. Las cejas afiladas y pobladas, enmarcan esos intensos ojos café que con el deseo se enturbian de negro, los labios delgados, pero sonrojados, la nariz perfecta, con facciones cinceladas y el perfecto cabello con ondas que de a poco se han ido volviendo gruesas. —No se acerque — vuelve a hablar y mis pasos se detienen al momento porque, aunque quiera seducirlo, no es mi intensión acosarlo como una pervertida.

—No pasa nada, Erick — susurro elevando una mano a mi cabello y peinando las hebras hacia atrás, él sigue el movimiento y no puede evitar llevar su mirada a mis pechos apretados bajo la tela de la blusa y al darme cuenta de ellos, uso eso a mí favor.

Levanto pecho y lo veo contener el aliento, para seguido llevar su otro mano frente a él, para ocultar su polla. Muerdo una sonrisa y ladeo la cabeza.

—Lamento mucho lo que paso, señora Susan, fue una confusión y no quiero que piense que soy un pasado — comenta con rapidez, pero no presto atención a nada de eso, porque no me importe lo que dice, más bien porque me interesa más lo que está callando.

— No hay nada que lamentar — susurro dando otro paso a él y deteniéndome a solo un paso de tocarlo. Aunque quiera dominar el momento, él es mucho más alto y tengo que levantar la cabeza para poder verlo fijamente. Sus ojos se oscurecen un poco y traga con fuerza, mientras su mandíbula adquiere un tic nervioso.

—Si, que hay que lamentarlo, no solo por esta vez, la vez anterior fue un error tambien, si Sean se entera yo...

—Sean no tiene que saberlo, ambos somos adultos y podemos guardar un secreto, ¿no es asi?

Sus cejas se fruncen en confusión.

—¿Eso que significa? — demanda y antes de que constaste a dicha pregunta, termina vuelve a hablar. — ¿no le dirá a Sean que yo...? — se corta y carraspea, sus ojos se desvían un momento a la puerta de la cocina, como si en cualquier momento podría aparecer mi hijo con una pistola listo para matarlo por estar cerca de su madre, cuando lo cierto es que Sean siempre está despistado y no se da cuenta de lo que pasa a su alrededor, — ¿no le dirá a Sean que yo la he visto?

Ardiente verano (Parte I) COMPLETA ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora