Capítulo 6: Desarrollo del Mundo

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Elara despertó con el primer rayo de sol que se filtraba a través de la pequeña ventana de su habitación. El castillo de Kieran era un lugar enorme y complejo, lleno de corredores oscuros y habitaciones interminables. Elara se vistió rápidamente con el sencillo uniforme de esclava y salió de su habitación para comenzar sus tareas diarias.

El pasillo principal del castillo estaba en constante movimiento, con nobles y sirvientes apresurados realizando sus labores. Elara, con su cabello oscuro recogido en una coleta desordenada, se dirigió a la cocina. La rutina diaria le resultaba monótona, pero el día anterior había sido diferente. La conversación con Kieran había dejado una marca en ella, y la incertidumbre que sentía acerca de la interacción se sumaba a su ya habitual preocupación por su vida.

Mientras Elara se movía por los corredores, escuchó fragmentos de conversaciones entre los habitantes del castillo. Los rumores eran constantes, y no siempre eran amables. La llegada del nuevo día trajo consigo susurros sobre las tensiones dentro del reino de los hombres lobo y la creciente preocupación por el comportamiento del rey. La intriga y la desconfianza estaban en el aire.

Elara llegó a la cocina y comenzó a preparar el desayuno. Aunque los preparativos eran un trabajo arduo, ella lo hacía con una habilidad silenciosa. Sin embargo, su mente estaba distraída. Pensaba en Kieran y en la conversación que habían tenido la noche anterior. Su interés en ella parecía extraño, dado el contexto de su relación como esclava y rey. Elara se preguntaba si había algo más en su comportamiento, o si simplemente estaba imaginando cosas.

Mientras trabajaba, un joven sirviente se le acercó con una expresión nerviosa.

—Elara, hay rumores en la corte —dijo él, su voz baja y apresurada—. Se dice que el rey está cambiando su comportamiento. Algunos creen que está mostrando debilidad al fijarse en una humana.

Elara levantó una ceja, sorprendida por la información. La preocupación en la voz del joven era palpable, y ella se dio cuenta de que los rumores sobre Kieran podían tener consecuencias graves.

—¿Y qué más se dice? —preguntó Elara, su voz baja.

—Algunos nobles están empezando a cuestionar su autoridad —continuó el joven—. Dicen que su interés en ti es una señal de debilidad. Y en la corte, la debilidad puede ser una amenaza peligrosa.

Elara asintió lentamente, asimilando la información. Sabía que las tensiones en la corte eran comunes, pero el hecho de que Kieran estuviera en el centro de esos rumores la preocupaba. Su relación con el rey, aunque todavía no había avanzado mucho, ya estaba causando olas.

A medida que el día avanzaba, Elara tuvo que interactuar con varios nobles y oficiales del castillo. Cada uno de ellos parecía sumido en sus propios asuntos y conspiraciones, y el ambiente era tenso. La conversación con Kieran la noche anterior parecía haber intensificado las dinámicas de poder dentro del castillo. Era evidente que el rey estaba enfrentando desafíos, y la presencia de Elara en su vida parecía estar alimentando las llamas de la incertidumbre.

Durante la hora del almuerzo, Elara se encontró nuevamente con Kieran en el gran salón. Esta vez, él estaba acompañado por algunos de sus consejeros más cercanos. Aunque la conversación entre ellos era discreta, Elara no podía evitar sentir que su presencia estaba siendo evaluada una vez más.

Kieran la miró mientras ella servía la comida. Sus ojos se encontraron brevemente, y Elara sintió el peso de su mirada como una carga. Era como si el rey estuviera midiendo cada uno de sus movimientos, intentando descifrar algo en ella. La atracción y la tensión entre ellos eran cada vez más evidentes, y Elara no podía ignorar la sensación de incomodidad y fascinación que sentía en su presencia.

Cuando Elara terminó de servir, Kieran la llamó con un gesto de la mano.

—Elara, un momento.

Elara se acercó con el corazón latiendo con fuerza. Los consejeros del rey la miraban con una mezcla de curiosidad y desdén. Ella se mantuvo firme, intentando mantener una apariencia tranquila.

—¿Sí, mi señor? —preguntó Elara, su voz suave pero segura.

Kieran se inclinó ligeramente hacia adelante, su mirada fija en ella.

—¿Cómo te has estado adaptando a las tareas diarias? —preguntó, su tono más personal que en la conversación anterior.

Elara levantó la vista, sorprendida por la pregunta. No estaba acostumbrada a que Kieran se interesara por su bienestar de una manera tan directa.

—Lo hago lo mejor que puedo, mi señor —respondió, tratando de mantener la calma—. Las tareas son exigentes, pero trato de cumplir con mis deberes.

Kieran asintió lentamente, y un leve destello de algo inentendible cruzó por sus ojos.

—Me alegra saberlo —dijo—. La forma en que llevas a cabo tus tareas refleja tu carácter. No es común encontrar humanos que muestren tal dedicación, es por ello que quiero solo te dediques a servirme de manera personal —su petición la dejó sorprendida e incluso los consejales presente abrieron sus ojos en sorpresa.

Elara sintió una mezcla de orgullo e inquietud al escuchar esas palabras. La alabanza y petición del rey era inesperada y desconcertante. Mientras Kieran se volvía hacia sus consejeros.

—Apartir de mañana comienzas —habló antes de que ella se retirara del salón dejándolo con sus consejeros.

El resto del día pasó en una serie de tareas rutinarias, pero la interacción con Kieran seguía pesando en su mente. La dinámica en el castillo estaba cambiando, y su papel en la vida del rey parecía estar en el centro de esas transformaciones.

Cuando la noche llegó y el castillo se sumió en la calma, Elara se permitió un momento para reflexionar. Se preguntaba qué significaba realmente la atención de Kieran y cómo su vida se estaba entrelazando con la del rey. La intriga y la tensión entre ellos estaban en aumento, y Elara sentía que se estaba acercando a un punto de inflexión.

Con el corazón lleno de incertidumbre y la mente en constante agitación, Elara se retiró a su habitación. Sabía que el futuro era incierto, pero también comprendía que su vida estaba tomando un giro inesperado. A medida que cerraba los ojos, el pensamiento de lo que podría venir la mantenía despierta, sumida en una mezcla de esperanza y temor.

La esclava humana del Rey AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora