Capítulo II

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 -Lucy y Jess deben de estar al llegar, me dicen que ya han cruzado el gran río. -Informé a mis padres que andaban de un lado para otro colocando la compra y ayudando a mi hermana a subir las maletas. Nosotros ya estábamos en la casa de mi abuela Liliana, dónde todos íbamos a pasar las fiestas y gran parte del verano.

La casa de Lili era bastante grande, considerando que contaba con 7 habitaciones, todas ocupadas por nosotros, la familia. Tenía la fachada blanca de superficie rugosa, la cual estaba adornada con un balconcito en medio y varias plantas de enredaderas que habían crecido por parte de la fachada. Fuera de la casa había un jardincito con muchas plantas y flores, y en frente estaba un pequeño porche.

El porche era el lugar de encuentro de amigos y familia, donde nos juntábamos jóvenes y mayores a charlar, jugar a las cartas y ver películas con un proyector. Sin duda, mi lugar favorito de la casa. La comodidad no solo los sofás, si no el ambiente acogedor de este era inigualable a cualquier otro lugar del mundo.

Un silbido me sacó de mi ensoñación, eran Lucy y Jess.

Lucy y Jess llevaban conmigo gran parte de mi vida, y desde que coincidimos las tres nos hicimos inseparables, como "Las supernenas".

Jess había ido a mi clase desde que tenía memoria, y recuerdo conectar con ella al instante. Ella era tranquila y amable, el equilibrio perfecto a mi locura repentina. Tenía el pelo muy largo y castaño; le encantaba el morado y se notaba con sus míticas gafas de ese color, y para el colmo vestía genial, le gustaba arreglarse y peinarse de mil maneras distintas. Sin duda Jess era muy importante, no sé qué hubiera hecho todas las veces que no sabía ni qué ponerme, ni qué hacer o estaba desesperada.

Por otro lado, estaba Lucy. Con ella nos encontramos más tarde, en los años de instituto. Ella era una mezcla de las dos, equilibraba perfectamente la responsabilidad con los momentos de diversión. Aunque últimamente estaba un poco ida, pero se lo perdonamos a la pobre, cualquiera lo está enamorada. Su novio, Atlas, no pudo encontrar a una chica más guapa; su pelo liso resaltaba su cara redondeaba que siempre estaba adornada con la más grande de las sonrisas.

Las visualicé a los lejos, venían las dos arrastrando sus maletas y algunas bolsas y neceseres aparte. Tenían pensado pasar aquí las dos semanas de fiestas junto a nosotros, por lo que venían preparadísimas.

- ¡Gaby! Ven y ayúdanos a subir las maletas a la habitación, pesan muchísimo. – Se quejó Jess mientras intentaba levantar su equipaje.

- Ves, te dije que no hacía falta meter tanta ropa, no nos quedamos aquí para siempre. – Rebatió Lucy. – No vamos a tener suficientes días de fiesta ni de vida para ponernos todo. - Bromeó esta mientras soltó una pequeña carcajada.

- Chicas, tranquilas, a penas habéis llegado, tenemos todo el tiempo por delante para discutir sobre modelitos y lo más importante, estrenarlos todos. Recordad que este año promete, ya que aquí, Gabriela Laszlo, ósea yo, va a ser la reina de las fiestas de este año, así que fuera vergüenzas y no quiero ningún tipo de miedo. Este es nuestro año.

- Por supuesto mi majestad, a sus completas órdenes estamos. – Se burló Lucy mientras fingía hacer una reverencia.

- ¡Eyyyy! – Escuchamos un grito. Seguido, mi primo Nil se acercó trotando hasta donde estábamos. - ¿Necesitáis ayuda chicas? – dijo guiñándole un ojo a Jess. Lo cual la hizo enrojecer en apenas segundos.

- Pues la verdad es que nos vendría bien si nos llevas alguna bolsa hasta la habitación – respondí, - por cierto, ¿tú no tendrías que estar con tus amigos?

Nil se llevó una mano a la cabeza y se la rascó, como si estuviera avergonzado de algo. – Bueno, sobre eso... Leo y Kenzo han tenido un pequeño percance, así que vendrán más tarde, ya sabes se la pasan dando mucho "amor", son muy generosos ambos. – Añadió seguido de una risa nerviosa.

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