11

20 6 0
                                    

A pesar de que sé Jihoon y yo seguimos siendo amigos, me falta el valor para enfrentarme a él, sabiendo que he perdido mi oportunidad. Es por ello que me concentro en los libros, en los apuntes, en los estudios, en el KSAT.

Así se me pasan las semanas siguientes. A mediados de agosto toca presentar el KSAT, y un par de semanas más tarde llegan los resultados y mi admisión a la Universidad de Seúl. Es un sentimiento agridulce. No solo porque me encantaría compartir la noticia con Jihoon, sino por la carrera a la que he postulado. Tenía la loca idea de ayudar en el local de teokkbokki. Administración de Negocios con especialidad en Mercadotecnia Digital sería la opción perfecta para impulsar el local, volverlo popular y mejorar las ganancias. Ahora todo suena a una simple fantasía.

De cualquier manera, ya es demasiado tarde para echarme atrás, así que cuando llega septiembre, yo inicio el curso pensando que quizá en un futuro pueda abrir mi propio negocio.

Durante las primeras semanas de clase, me dedico la mayor parte del tiempo concentrado en estudiar y hacer tareas. Sin embargo, también pienso a veces en Jihoon. La verdad es que le doy demasiadas vueltas al asunto, más de las que me atrevería a admitir. Sigo pensando que soy un cobarde por huir, y que me definitivamente Jihoon se merece a alguien mejor que yo porque él si fue capaz de continuar siendo mi amigo cuando yo lo rechacé, y en cambio yo salgo corriendo incapaz de soportar este dolor en el pecho.

Considerando que todavía somos amigos (si es que después de casi dos meses de no vernos y no tener nada de contacto aún tenemos derecho de llamarnos así), estoy tentado a visitarlo y verlo de nuevo. Una visita casual, para ponernos al corriente.

Me lo pienso durante un par de días, pero no es hasta finales de septiembre cuando finalmente me armo de valor, y en vez de acudir a la biblioteca a estudiar, cuando finalizo con mis clases del día, salgo del campus y me dirijo al local de teokkbokki.

Estoy aún a una cuadra de distancia, cuando lo veo, limpiando los vidrios. Camino tan despacio (y con cuidado, pues estoy nervioso) que prácticamente mis pasos no hacen ningún ruido. Como es claro no se ha dado cuenta de que hay alguien detrás de él, para no asustarlo, anuncio mi llegada con un suave carraspeo.

-Bienvenido, pase –dice sin girarse. Seguramente piensa que soy simplemente otro comensal, porque no deja de tallar el vidrio. Sin embargo, cuando se da cuenta de que no recibe respuesta, Jihoon finalmente deja la esponja por la paz, y se gira.

Sigue exactamente igual a como lo recuerdo. Excepto porque esta vez no se ha afeitado. Pero no es como si importase, pues sigue viéndose atractivo. El mismo cabello castaño, los mismos ojos cafés, la misma mirada de cachorro.

-Hola... -es todo lo que puedo decir, y sabiendo me veo idiota, agrego -. Perdón por la tardanza.

-Bienvenido –es la respuesta de Jihoon, y como no hay nada más que pueda decirme, me sujeto de la mochila, y entro al local.

Jihoon entra detrás de mí, y sin necesidad de preguntarme qué se me ofrece del menú, se apura a servirme una orden de teokkbokki, extra picante. Supongo que aún se acuerda de mi preferencia. Jihoon está por regresar a continuar limpiando los vidrios, cuando sin saber por qué digo aquello (pues es egoísta), le pido me haga compañía. Jihoon no dice nada, pero se sienta a mi lado.

-¿Y cómo ha ido todo? –finamente me pregunta. Como me atrapa con la boca llena, tengo que encogerme de hombros, aunque me apuro a terminar de masticar, tragar, y responder:

-Entré a la Universidad de Seúl. Departamento de Contabilidad, carrera de Administración de Negocios con especialidad en Mercadotecnia –me ahorro el explicar los motivos por los cuales escogí aquella carrera, y prefiero continuar con información irrelevante y superflua-. Las clases son pesadas y la tarea abundante, por eso no había tenido oportunidad de venir...

[Él cayó primero] Yo Caí Más FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora