Capítulo 13 Lo único que me queda de ti

3 0 0
                                    

Me escondí como una rata en la despensa, esa noche quizá fue de las más difíciles que me había tocado vivir, el frío en esa parte de la mansión en la madrugada era acojonante, incluso aunque había optado por meterme en el jodido barril.

Era el miedo de que volvieran o que alguien bajara y me encontrara dormida en aquel sitio, pero también era el frío, estar resguardada por la madera me ayudaba a contener un poco más el calor.

Antes de que el sol saliera, mi estómago no dejaba de hacer ruido, tenía hambre porque no había logrado probar ni un solo bocado.  Arriba había fruta y también otros alimentos, lo sabía, solamente necesitaba correr el riesgo para ir a sacar, aunque fuera un poco de comida y recobrar energías.

Tuve el máximo cuidado, traté de hacer el menor ruido posible, eso estaba vacío, como debía de ser a las altas horas de la madrugada. Entonces me escondí detrás de una mesa, miré los alrededores y divisé un cajón lleno de manzanas.

No era lo más apetecible, pero era lo que pensaba que nadie notaría si faltaban algunas, así que me guardé dos en el bolsillo. Tomé un pedazo de pan de una cesta y me dispuse a bajar, pero entonces un sonido llamó mi atención, haciendo que no me moviera ni un músculo.

—¿Estás seguro de que aquí nadie va a vernos? —escuché una voz familiar decir.

Mi piel se erizó al verlos pasar la puerta, era la madre de Rowan, pero no venía sola, estaba acompañada de un rostro que nunca antes había visto, pero por su vestimenta supe que se trataba de uno de los guardias de la mansión.

—Necesitaba estar cerca de ti —dijo el chico jalándola del brazo y apegando su cuerpo al suyo.

—No puedo salir de la cama a media noche tan seguido, sabes bien que si mi esposo tiene la mínima sospecha, tú y yo estamos muertos —le recordó con firmeza.

Aquella frialdad en la mirada de la madre de Rowan desapareció en un instante, pasó sus manos por el cabello oscuro del chico y rodeó su cuello antes de besarlo con profundidad.

Yo solamente quería comer, quería poder alimentar a mi bebé, no sabía por qué la vida me continuaba complicando todo. Ver esto solamente empeoraba la situación, un solo paso en falso y sería yo la que muriera pronto.

De repente la subió encima de un barril, la madre de Rowan separó sus piernas, el hombre se desprendió el cinturón y yo respiré profundamente tratando de contener mis ganas de salir corriendo de allí. No podía creer que tendría que presenciar la escena, pero no podía moverme.

Ella le dio más accesibilidad a su cuello, sus labios se separaron y un leve gemido ahogado escapó de sus labios. Apenas me había movido, pero había sido suficiente para que ella irguiera su cabeza y sus ojos se encontraran con los míos.

—¡Detente! —había ordenado al hombre golpeando su pecho.

Se bajó tan de prisa que ni siquiera me dio tiempo de salir corriendo de allí, aunque tampoco conocía la mansión lo suficiente para saber de otro lugar en el cual pudiera esconderme. Me quedé estática, en cuclillas, y pude ver sus pies cuando estuvo frente a mí.

—¿Todo este tiempo estuviste aquí escondida? Eres un poco más lista de lo que pensaba —una sonrisa de lado apareció en sus labios y me extendió su mano.

Tuve dudas de si tomarla, en realidad no creía que esa mujer quisiera ayudarme, no luego de saber su gran secreto, pero no tenía demasiadas opciones en mi situación, así que tomé su mano.

—¿¡Qué haces!? —le preguntó el hombre apoyando con fuerza la mano sobre su hombro—. Debemos entregarla a tu esposo, eso va a ponerme en una mejor posición aquí adentro.

Esposo CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora