Capítulo 15 Devuélvanme mi vida

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Miré a esa mujer, la misma mujer que no se merecía que su nombre fuera pronunciado por mis labios y tensé mi mandíbula. Tenía un plato entre las manos y me veía con esa pena en los ojos.

Falsedad, por supuesto que lo era, no podía ser otra cosa que no fuera aquello y ahora lo comprendía. Aquella primera vez, cuando la vi ser golpeada por mirar a Rowan a los ojos no lo comprendía, sentía pena por la miseria que le tocaba vivir.

Ahora en la actualidad podía saber que ella se merecía vivir en aquel infierno con ese asqueroso cerdo. Me envidiaba por la vida privilegiada que llevaba, por tener un esposo dispuesto a respetarme y a salvarme de ser necesario, algo que ella sentía que nunca tendría.

Pero ahora que Rowan ya no estaba, solamente podía verme como si yo fuese un animal a punto de ser sacrificado. En el fondo era cierto, era un animal en cautiverio y pronto sería servida para aquel hombre, llevaba días empezando a intentar asimilar la realidad.

—Siento mucha pena por ti, pasar de tener la vida perfecta a estar aquí y tener que compartir tu miseria conmigo —musitó mientras se inclinaba delante de mí.

Me tenían encerrada en una habitación vieja, fea y con olor a humedad. Aquello era lo que menos me interesaba, pero no permitiría que nadie me humillara, aquello era algo que al menos había aprendido de la madre de Rowan.

—¿Entiendes lo que está ocurriendo? —pregunté esbozando una pequeña sonrisa que logró confundirla—. Ya veo que ni siquiera te has detenido a pensarlo en ningún momento, únicamente estás disfrutando de mi desgracia.

—¿De qué estás hablando? —habló con una tonalidad desbordada de desconfianza.

—Piensa a futuro cariño, si yo me quedo aquí ¿Crees que tendrás lo que tienes ahora? —solté una pequeña risa con un gesto de burla—. Tu esposo va a probarme pronto y una vez que pruebe mi cuerpo, no querrá volver a ponerte un dedo encima. Mucho menos si ve colaboración de mi parte y no estoy en posición de negarme demasiado.

Era una jodida mentira, me opondría, incluso si eso significaba perder la vida en el proceso. Sin embargo, no voy a negar el placer que recorrió mi cuerpo al ver la preocupación en su rostro y el miedo que empezó a hacer efecto en su mente al contemplar que mis palabras podrían tener un poco de verdad.

Ella dejó el plato en el piso y me lo empujó con el pie. Estaba intentando dejar salir su enfado de alguna manera, no me importó, de todos modos en mis planes no estaba comer esa mierda.

Me dedicó una última mirada fulminante justo antes de marcharse y yo volví a tumbarme. Las heridas de mi alma continuaban abiertas, no tenía noción del paso del tiempo, ni de los días que llevaba allí, lo único que sí sabía era que el sangrado se estaba deteniendo y que aunque no lo tuviera, eso no quitaría el recuerdo de la ausencia de mi bebé.

Me despertó el sonido de la puerta abrirse, supuse que sería esa mujer, que traería la cena, ya que la luz de la luna se filtraba por la ventana, sin embargo, no traía nada.

—Levanta, hoy vas a cenar con nosotros —informó con disgusto en su rostro amargado.

—Aún no me siento bien… —intenté comenzar a excusarme, pero ella negó.

—No intentes excusarte, mi esposo lo ordenó y lo que él ordena aquí se cumple —dijo al fin con resignación.

Me levanté del colchón con un poco de dificultad, ella me tomó del brazo, como si tuviera hacia donde correr y me guio hacia la puerta.

—¿Pensaste en lo que te dije? —pregunté en un susurro que únicamente nosotras dos podríamos escuchar y avancé sin oponer resistencia.

Quizá aquello podría haber sido inicialmente una manera de molestarla, pero si lograba utilizarla para escapar de allí no dudaría en hacerlo.

Esposo CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora