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Después de una semana particularmente larga y agotadora, llegué a casa con algo que hacía mucho no sentía: emoción. Al entrar por la puerta, vi a mi madre en la cocina. Ella estaba lavando algunos platos, y por alguna razón, sentí la necesidad de contarle lo que había pasado ese día.

"Mamá," dije suavemente, sentándome en la mesa del comedor.

Ella levantó la mirada de los platos y sonrió suavemente. "¿Sí, hijo?"

"Hoy… hoy pude escuchar," susurré, casi sin creerlo. La expresión en su rostro se iluminó de inmediato. Era como si toda la preocupación que había cargado en los últimos meses se esfumara en ese mismo instante.

"¿De verdad, Jihoon?" Su voz temblaba de alegría, y vi cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. "¡Eso es increíble! Estoy tan, tan feliz por ti." Dejó lo que estaba haciendo y se acercó a mí para abrazarme. Por primera vez en mucho tiempo, no me aparté. La abracé con fuerza, sintiendo un nudo en la garganta.

Días después, mientras aún procesaba todo lo que estaba pasando, recibí un mensaje de Soonyoung: "Oye, ¿qué te parece si salimos este fin de semana? Tengo una idea genial."

No sabía a qué se refería, pero decidí aceptar. Me estaba abriendo a nuevas experiencias, ¿verdad?

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El fin de semana, Soonyoung me llevó a un parque de diversiones. No había ido a uno en años, y al principio no estaba seguro de cómo me sentiría en medio de tanta gente y ruido, pero con Soonyoung a mi lado, las cosas parecían más fáciles.

"Vamos a empezar con algo tranquilo," dijo Soonyoung, tomando mi mano y arrastrándome hacia la rueda de la fortuna.

"¿Tranquilo?" me reí, arqueando una ceja. "No suenas muy confiable cuando lo dices de esa forma."

"¡Tú confía en mí, Jihoon! Prometo que te vas a divertir." Me guiñó un ojo y, antes de que pudiera protestar, ya estábamos en el asiento de la rueda de la fortuna. Al subir, la vista de la ciudad me dejó sin aliento.

"Wow…" murmuré, viendo las luces parpadear en la distancia.

"¿No te dije?" Soonyoung sonrió. "A veces, lo mejor es simplemente… mirar. Disfrutar del momento."

Miré de reojo a Soonyoung. Había algo en él que me hacía sentir cómodo, pero al mismo tiempo, una parte de mí estaba comenzando a sentirse diferente. Algo que no podía explicar, pero que estaba ahí, justo bajo la superficie.

Después de la rueda de la fortuna, probamos un montón de atracciones. Montañas rusas, casas del terror, pero lo que más me sorprendió fue la competencia de juegos de feria.

"¡Te apuesto un helado a que te gano en los dardos!" dijo Soonyoung, con una sonrisa competitiva.

"No tienes ninguna oportunidad," respondí, sintiéndome más relajado de lo que esperaba.

Como era de esperarse, Soonyoung ganó, pero solo por un punto. "Te lo dije," se burló, dándome un codazo.

"Solo fue suerte," murmuré, aunque no podía evitar sonreír.

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Después de ese día en el parque, empezamos a salir más a menudo. Cada vez que estaba con Soonyoung, me encontraba riendo y disfrutando más de la vida. Pero también notaba algo más. Algo diferente en mí cuando lo miraba. No lo entendía del todo, hasta que un día, caminábamos hacia su estudio de baile, y sin previo aviso, Soonyoung me abrazó por la cintura.

"¿Qué… qué haces?" tartamudeé, mi corazón latiendo a mil por hora. Sentir su brazo alrededor de mi cintura me hizo sentir algo… extraño. No incómodo, pero sí desconcertado.

"Solo asegurándome de que no te pierdas," respondió Soonyoung con una sonrisa juguetona.

Mi rostro se puso rojo, y aparté la mirada, incapaz de mirarlo a los ojos. ¿Qué me está pasando? Pensé.

Cuando llegamos a su estudio, lo vi comenzar a practicar su coreografía. No podía apartar la vista de él. Cada movimiento, cada giro, todo lo que hacía era impresionante. Y, mientras lo observaba, me di cuenta de algo: Estoy enamorado de él.

Ese pensamiento me golpeó como un tren, dejándome atónito. ¿Desde cuándo había empezado a sentir esto? ¿Cómo no me había dado cuenta antes?

Cuando Soonyoung terminó su baile, se acercó a mí con una sonrisa sudorosa, pero radiante. "¿Qué te pareció?" preguntó.

"Impresionante," murmuré, sintiendo cómo mis manos comenzaban a sudar. No podía evitar mirarlo, y ahora que me había dado cuenta de lo que sentía, todo parecía más difícil. Cada palabra que decía, cada gesto que hacía, me hacía sentir más nervioso.

"¿Estás bien?" preguntó Soonyoung, notando mi incomodidad. "Te ves un poco… distraído."

"Sí, sí… estoy bien," mentí. Me levanté de mi asiento, tratando de recomponerme. Pero mis emociones estaban fuera de control. Me aparté de él, intentando poner algo de distancia entre nosotros.

Soonyoung, siempre perceptivo, no me presionó. Me dio mi espacio, pero se aseguró de acompañarme de regreso a casa, como siempre hacía. Cuando llegamos, me sorprendió ver a mi madre y a mi padre en la sala de estar.

"Hola, señora Lee," dijo Soonyoung con su habitual tono alegre. "Soy Soonyoung, un amigo de Jihoon."

Mi madre sonrió ampliamente. "Es un placer conocerte, Soonyoung. Jihoon me ha hablado de ti."

¿Lo he hecho? pensé, pero no dije nada.

Mi padre, por otro lado, lo miró con su habitual expresión severa. "Así que eres bailarín," dijo sin emoción. Era su forma de entablar conversación, aunque siempre sonaba más como un interrogatorio.

Soonyoung no se dejó intimidar. "Sí, señor. Bailo desde que era niño. Me encanta. Y también he estado ayudando a Jihoon a salir más últimamente."

Mi madre me miró con una mezcla de sorpresa y alegría. Sabía que ella estaba feliz de verme salir de mi caparazón, pero aún no estaba lista para explicar todo lo que estaba pasando por mi cabeza.

Después de que Soonyoung se fue, me encerré en mi cuarto, sintiéndome más confundido que nunca. No podía dejar de pensar en él, en cómo me hacía sentir. Pero, al mismo tiempo, no sabía cómo manejar esos sentimientos.

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El día siguiente, Soonyoung apareció en la puerta de mi casa con una sonrisa despreocupada, como si nada hubiera pasado. "¿Listo para otro día?" preguntó, sin mencionar el hecho de que el día anterior me había apartado de él. No sabía si estaba ignorando lo que había sucedido o si simplemente lo estaba manejando a su manera.

"Sí, claro," respondí, aunque por dentro aún me sentía nervioso.

Caminamos juntos, y por primera vez en mucho tiempo, no sabía qué decir. Pero Soonyoung, siempre tan seguro de sí mismo, rompió el silencio con su risa habitual. "Sabes, Jihoon, me gustas tal como eres. No tienes que cambiar por nadie."

Su comentario me tomó por sorpresa, y mi corazón latió con fuerza. Me quedé mirándolo, sin palabras, mientras él simplemente me sonreía, con esa misma sonrisa que hacía que todo pareciera más fácil.

Y ahí estaba otra vez, esa sensación. Estoy enamorado de él.


TRAKAAAS! ZAZ JIHOOOON

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⏰ Última actualización: Oct 08 ⏰

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