Capítulo 6

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Y así, escapando a duras penas del carruaje, lo primero que Joel vio al salir fue el cuerpo sin vida del cochero y su caballo. En ese instante, Joel presentía su propia muerte. Herido de gravedad, sin posibilidad de resistir mucho más, con la ventisca ocultando hasta la última pisada en el camino, la esperanza de ser rescatado se desvanecía. Después de considerar calmadamente todas las posibilidades, Joel aceptó su destino y se tendió sobre el manto de nieve.

Al acercarse su final, lo primero que vino a su mente fue el último mes que había pasado con el príncipe heredero. Un mes de una felicidad desbordante. Cada día, el príncipe se vestía con gusto con la ropa seleccionada por Joel, comenzando la jornada, y cada noche, recibía las palabras de elogio de Joel como cierre del día. Cuando Joel iba a la sala de estudio con el anhelo de verlo, el príncipe lo recibía con una sonrisa, sin mostrar jamás el más mínimo signo de molestia. A veces, incluso llegaba con joyas preciosas o dulces deliciosos para Joel.

¿Qué inmenso gozo era poder ver a la persona amada tanto como se deseaba y abrazarla todo lo que se anhelaba? Recordando aquel mes de felicidad, a pesar del frío y el dolor, una tenue sonrisa se dibujó en los labios de Joel. Sin embargo, esa felicidad efímera pronto se esfumó.

—Ya sabía qué clase de persona eras desde el principio, pero nunca imaginé que llegarías tan bajo.

Joel recordó las últimas palabras del príncipe, cómo lo miraba en su último instante. No hubo una sola palabra de desprecio en ese último mensaje, pero dejó una herida en Joel imposible de olvidar. Al recordar la mirada desdeñosa dirigida hacia él, Joel sintió un dolor tan intenso que le quitó la respiración. ¿Al enterarse de que había encontrado la muerte en ese campo de nieve, consideraría que había recibido su merecido?

Quizás todo esto de ser condenado a morir en este mar de nieve fue parte del plan del príncipe heredero. ¿Acaso quería silenciar discretamente al estafador que engañaba a la corte real?

Si fue así, entonces era un plan perfecto. La acumulación de nieve aseguraría que su muerte fuera impredecible, sin testigos hasta mucho después que encontraran el cadáver.

Sin duda, una ejecución más tranquila y elegante que la decapitación.

Joel aún no quería morir. No podía permitirse morir.

Pues morir así significaría ser recordado para siempre como el villano tonto que manchó la honorabilidad de la corte real, algo que el príncipe heredero preferiría no tener en su memoria. Aunque sabía en su cabeza que su fin estaba próximo, ansiaba la oportunidad de redimirse de sus errores si se le presentaba.

Pero si esta muerte era su condena, entonces debía aceptarlo.

Se preguntaba, mientras se acercaba a la muerte, cómo reaccionaría el príncipe al ver su cuerpo. ¿Se reiría, sentiría alivio, quizás incluso lástima?

No esperaba que se entristeciera.

Considerando la naturaleza taciturna del príncipe heredero, no parecía ser del tipo que expresara su alegría de manera tan abierta. Más bien, pensaría con frialdad que era una suerte que el problemático omega hubiera sido eliminado en silencio, según lo planeado.

Al igual que lo había hecho en el último momento.

Al imaginar al príncipe heredero sintiéndose aliviado al ver su cadáver, Joel sintió un dolor tan intenso como si le arrancaran el corazón.

Sabía que no tenía derecho a lamentarse, ya que esta tragedia era fruto de sus propias acciones, pero aun así, sufría terriblemente.

Aunque no se sintiera aliviado al ver su cadáver, si el príncipe heredero sintiera al menos un poco de lástima por él, podría irse al otro mundo sin ningún arrepentimiento. Sin embargo, había cometido un crimen demasiado grande contra él, así que era una esperanza que no podía permitirse tener.

El villano omega que regresa al pasado busca escaparDonde viven las historias. Descúbrelo ahora