Capítulo 2

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Con todos mis sentidos en alerta, comencé a andar por el bosque con pasos cautelosos.Todo esto era desconocido para mí. El aire fresco y perfumado de la vegetación meenvolvía, mientras los rayos del sol se filtraban entre las ramas de los árboles, tejiendo unadanza de luces y sombras en el suelo del lugar.


De repente, el sonido distante de voces y risas rompió el tranquilo silencio del bosque.¿Sería gente de algún pueblito cercano? No lo sabía, pero la esperanza de encontrar ayudame impulsó a dirigirme hacia el origen del bullicio. Con paso firme, me iba alejando delbosque, siguiendo el sonido de las voces que resonaban entre los árboles, mientras micorazón latía con fuerza en mi pecho, lleno de incertidumbre y anticipación.


A medida que me acercaba, los sonidos se hacían más claros y distintos, pero lo queencontré superó por completo mis expectativas. No era un pueblo normal, como yo habíaimaginado. Las casas de piedra con techos de paja se alzaban ante mí, mientras la gentevestía ropas que parecían sacadas de un libro de historia. El aire que respiraba estabaimpregnado de un aire antiguo y misterioso, y cada detalle a mi alrededor gritaba "EdadMedia". Mis sospechas de que algo estaba muy mal se volvieron más intensas mientras mepreparaba para enfrentar lo desconocido.


Decidida, mientras me adentraba en el poblado, las dudas comenzaron a inundar mi mentecomo una marea creciente. ¿Dónde estaba realmente? ¿Cómo era posible que meencontrara en un lugar que parecía sacado de un libro de historia? Las casas de piedra ymadera, las calles empedradas y las gentes vestidas con túnicas y capas... todo parecíahaber sido arrancado del pasado y colocado ante mis ojos atónitos.


Observé con incredulidad a los lugareños que iban y venían, algunos llevando cestas dealimentos sobre sus hombros y otros cargando pesadas herramientas de labranza. Susmiradas se posaban en mí con curiosidad y desconcierto, como si no pudieran entendercómo una forastera había llegado a su tranquilo pueblo medieval.


Mis ojos se posaron en el horizonte y, entre la neblina matutina, divisé la imponente siluetade un castillo. Sus torres se alzaban majestuosas contra el cielo, como guardianescentinelas de un pasado lejano. La piedra grisácea de sus muros parecía impregnada dehistoria y misterio, y una sensación de asombro y temor se apoderó de mí al contemplarsemejante maravilla arquitectónica.


¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Qué significaba todo esto? Las preguntas se agolpabanen mi mente, pero las respuestas seguían siendo esquivas. Con el corazón latiendo confuerza en mi pecho, me di cuenta de que había caído en un mundo desconocido yextraordinario, donde la realidad y la fantasía se entrelazaban de forma inquietante.


Sentí cómo las miradas curiosas y desconcertadas de los lugareños se clavaban en mícomo agujas afiladas, aumentando mi sensación de vulnerabilidad y confusión. El murmulloinquietante de sus voces parecía envolverme, llenándome de temor y ansiedad mientrasintentaba comprender lo que estaba sucediendo. De repente, una mano firme y decididaagarró mi brazo, arrastrándome hacia una casa cercana con una rapidez sorprendente.Antes de que pudiera reaccionar, me encontré en el interior de la casa, envuelta por lapenumbra y el silencio. Mis ojos se ajustaron a la escasa luz que filtraba a través de lasventanas, y pude distinguir la figura de una mujer de mediana edad que me observaba conintensidad. Su rostro estaba marcado por arrugas de experiencia y sabiduría, pero tambiénreflejaba una determinación feroz y un aura de autoridad. La mujer tenía una presenciaimponente, con una postura erguida y una mirada penetrante que parecía leerme hasta elfondo del alma. Sus ojos, profundos y oscuros como pozos sin fondo, parecían contener unconocimiento antiguo y misterioso que me dejó sin aliento.

Un amor cruzado en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora