Un amor cruzado en el tiempo

Capítulo 5

La mañana estaba aún fresca cuando llegamos a la pequeña tienda de Morgana. El viento levantaba las hojas caídas y hacía que las callejuelas de Almaraz se sintieran más vivas, aunque casi desiertas a esa hora. Al acercarnos, pude ver el cartel de madera colgado sobre la puerta: "Zapatería de Morgana". Las letras, aunque desgastadas por el tiempo, aún eran legibles, escritas en una caligrafía sencilla y elegante. Sin saber por qué, me acerqué a la tienda con cierta curiosidad; era como si algo en su antigüedad me llamara, como si todo en esta época tuviera una especie de historia oculta que me retaba a descubrir.

Al cruzar el umbral, un leve tintineo de una campanilla anunció nuestra llegada. De inmediato, fui recibido por el aroma penetrante del cuero curtido, mezclado con un toque suave de cera de abejas y barniz. La zapatería de Morgana era un espacio pequeño, pero acogedor. Los estantes, tallados en madera oscura y bien pulida, estaban llenos de zapatos de todas las formas y tamaños, algunos recién hechos, otros visiblemente desgastados, esperando ser reparados. La luz que entraba por el ventanuco iluminaba el polvo en el aire, dando al lugar una atmósfera casi mágica.

-Aquí estamos -dijo Morgana, dejando su abrigo en una percha junto a la puerta. Se inclinó detrás del mostrador donde ya había comenzado a trabajar antes de que llegaríamos-. No es mucho, pero ha sido mi hogar durante años.

Me acerqué lentamente, dejando que mis dedos rozaran los diferentes materiales que colgaban de los estantes: telas, cuerdas de cuero, pequeñas herramientas de metal que no lograba identificar. Todo parecía tan extraño y, al mismo tiempo, increíblemente familiar, como si perteneciera a otro mundo, pero uno que no estaba tan lejos del mío.

-Es... sorprendente -dije, aún explorando el lugar con la mirada-. Nunca había estado en una tienda como esta. Todo aquí parece hecho a mano.

-Lo es -respondió Morgana, sonriendo con cierta satisfacción-. Hoy en día, cada zapato, cada costura, se hace con paciencia. No es como lo que tienes en tu época, ¿verdad?

Negué con la cabeza, consciente de que en mi tiempo las fábricas dominaban todo, pero aquí, el trabajo manual tenía un valor casi sagrado.

-Todo tiene un toque personal, un cuidado en los detalles. Me encanta esa parte -continuó Morgana mientras sacaba un par de botas viejas de un rincón-. Y hoy, querida, tendrás la oportunidad de aprender un poco sobre este arte.

La miré con escepticismo. Yo, arreglando zapatos. Definitivamente era algo que jamás habría imaginado.

-¿Yo? —pregunté, insegura-. No estoy muy segura de que pueda ser de mucha ayuda...

-No te preocupes -respondió con una risa suave-, empezarás por lo sencillo. Estas botas, por ejemplo. -Alzó el par de botas ante mí, mostrándome las suelas desgastadas-. Un campesino del pueblo las ha traído esta mañana. Están gastadas por el uso, pero aún tienen vida en ellas si se las trata bien. El trabajo de hoy será remendar las suelas. No es complicado, pero requiere paciencia.

Me entregué las botas y sentí el peso y la rigidez del cuero viejo entre mis manos. Tenían una sensación de solidez, como si pudieran contar historias de largos días de trabajo y caminatas interminables por el campo. Me pregunté qué pensaría el dueño de esas botas si supiera que alguien de otro tiempo las iba a reparar.

-Esto es solo el principio -dijo Morgana, volviendo a su mesa de trabajo y sacando un par de zapatos mucho más elegantes-. El segundo encargo es un poco más delicado. Estos zapatos pertenecen a la hija del posadero, y quiere que los arregle para una fiesta importante que tendrá lugar en unos días. Las correas están desgastadas y necesitan un buen pulido para que brillen como nuevas.

Observe los zapatos que sostenía. Eran pequeños, elegantes, con finos bordados alrededor de los bordes, pero las correas de cuero ya estaban deshilachadas y la superficie mostraba signos de desgaste. Era evidente que estos zapatos habían sido muy usados, probablemente en muchas otras fiestas, pero el cuidado con el que Morgana los manipulaba denotaba un profundo respeto por su oficio.