II. Luca

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No puedo comprender la estupidez del hombre frente a mí que, no solo perdió un coche nuevo, sino también un trato en la misma noche. Le lanzo una mirada severa a Nicolai, mi asistente.

―¿Por qué no me informaron sobre la reunión?

Nicolai me mira cansado, pero revisa la información en su tableta. ―Parece que el Sr. Lancaster pidió hablar directamente con finanzas― responde.

Me detengo a pensar en eso un momento. Me está poniendo a prueba, es lo único que se me ocurre. Ahora necesito actuar en consecuencia.

―Ni siquiera voy preguntar cómo fue la reunión― redirijo mi atención a Walt frente a mí, que tiembla como perrito.

―A ella no le importó nada de lo que tenía que decir sobre nuestra empresa― se las arregla para decir, y yo me estremezco ante la palabra 'nuestra'. ―Ya sabes cómo son las mujeres, no saben ni mie...

Se detiene, probablemente por mi mirada poco amistosa. No me importa nada de lo que tenga que decir. Nicolai lo lleva fuera de mi vista y yo me dirijo al balcón, recostándome en la barandilla. Abajo, las pomposas festividades continúan sin contratiempos; puedo pensar en un millón de cosas que serían mejor que estar aquí.

Mi teléfono emite un beep de alerta. Dado que he diseñado la tecnología en todos los coches de mi empresa, puedo verificar su ubicación. Y viendo que uno acaba de ser robado... miro la pantalla y me río.

Examinando mis opciones, decido hacer algo de lo que probablemente me arrepentiré: hablar con mi padre. Bajo las escaleras, donde muchos invitados intentan dirijirme la palabra, pero les ignoro con un objetivo en mente. Del otro lado de la estancia está mi padre, Lucio Marconi, un hombre conocido por infundir miedo en el corazón de muchos. Tiene una figura elegante y una mirada severa, casi de asco. A su lado está su esposa, mi madrastra, una mujer a la que no le daría ni un vaso de agua en el desierto.

Él me mira decepcionado, no por nada en particular, sólo es la cara que tiene conmigo.

―¿Has conseguido cabrear a alguien esta noche?― dice en tono severo.

―Sólo a mí mismo― le desestimo. Trato de mantenerme tranquilo cuando continuo ―He venido a hablar contigo, es sobre los Lancaster.

Mi padre se ríe, pero no como si algo le hiciera gracia. ―Ya he hecho los preparativos, hijo. No te preocupes.

Estoy confuso. ¿Arreglos?

―¿Qué quiere decir, padre?

―Quiero decir que el Sr. Lancaster te espera para cenar mañana por la noche. Y si la arruinas con tus payasadas habituales me aseguraré de que te pudras en el puesto de jefe de 'Marconi'. ¿He sido claro?

Me hierve la sangre y me tiemblan las manos de rabia, pero intento no darle el beneficio de cabrearme. Los Marconi han dirigido un exitoso negocio hotelero desde siempre y mi padre pretende que yo continúe ese legado. No tengo intención de dirigir una empresa manchada, no cuando sé que puedo lograrlo por mí mismo.

Aun así, juego limpio. Sé que mi padre sería capaz de acabar con mi empresa si así lo quisiera. Agacho la cabeza, le muestro el respeto que tan claramente cree merecer y me voy.

Nico me espera a pocos pasos. 

―Abre el expediente Lancaster, tengo que prepararme.

―¿Otra vez?― él pregunta.

―Sí.

***

La mayoría de la gente me consideraría un ermitaño, no salgo de casa si no es absolutamente necesario. Podrían considerarme un poco oxidado en algunos sentidos. Pero las negociaciones requieren interacciones cara a cara y no desperdiciaría esta oportunidad por nada del mundo. El destino ha dejado caer a Emma Lancaster en mi regazo y pienso aprovecharlo al máximo.

El Maridaje Perfecto [Esp.]Where stories live. Discover now