Capítulo 1

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—Por favor, no se maten entre ustedes mientras no estamos. —pidio Aome con semblante preocupado.

Ya tenía unas semanas que la pelicastaña pudo regresar a su Villa y por más que quería hablar a solas con el peliplateado, este huía como si fuera la plaga.

En los últimos días, el chico se comportaba muy extraño. Por su oficio y experiencia profesional como exterminadora de monstruos tenía sus sospechas, pero si él no daba indicios o algo que representará como una prueba, no estaría segura de ello.

Él siempre se comportaba nervioso cada vez que la pelicastaña se acercaba y hoy no era la excepción.

—No te preocupes, Aome. Estaremos bien. —sonrió con amabilidad hacia su amiga. Inuyasha solo cerró los ojos, ignorandola.— Solo tengan cuidado vosotros dos. —dijo observando con detenimiento al híbrido de demonio perro.

La sacerdotisa salió detrás del monje. Ellos debían realizar un exorcismo en una de las aldeas que rodeaban al Árbol Sagrado, mientas que los más pequeños se quedaban al cuidado de la anciana Kaede.

Inuyasha y Sango se encontraban en una cabaña un poco alejada de la aldea, fue un regalo de los aldeanos por su regreso.

Estaba anocheciendo, Inuyasha se ponía cada vez más tenso y Sango ya tuvo suficiente con su comportamiento, pero mantuvo la calma y lo miro con expresión preocupada.

—¿Te sientes bien, Inuyasha? —vio como él gruñía molesto, abrió los ojos y la miro fijamente. Ella ni siquiera se inmutó por aquella mirada penetrante.

—¡¿Qué te importa?! —Sango tuvo suficiente y se levantó furiosa de su lugar y fue hasta el híbrido con una mirada aún más penetrante y fría.

—¡¿Qué diablos te pasa?! Llevas días así con ese humor de perros y siempre estás tenso. ¿Acaso no estás feliz de que Aome regresó de su época? —dijo con un aura demoníaca que asustaría hasta el más poderoso demonio.

—No te acerques, por favor...

—Si estás así por Kikyo, deja de poner esa cara. Al menos ya no es un alma en pena que anda vagando en este mundo y está en otro mejor donde descansa en paz. —dijo tratando de ser compasiva y trato de calmarse.

Inuyasha negó rápidamente.

—¿Entonces...?

El híbrido empezó a respirar pesadamente.

—¿Qué tienes, Inuyasha?

El chico negaba con sus manos dando el mensaje para que no se acercará a él. Sango con una mirada de sospecha, lo mira.

La mirada del híbrido iba cambiando por aquel rojo sangre que pertenecía a su parte demoníaca, sus colmillos crecieron al igual que sus garras. El demonio salió a flote sin que Inuyasha pudiera controlarlo.

La exterminadora al fin pudo entender lo que le sucedía al híbrido. Pero había una cosa: Aome no se encontraba en la aldea.

Sango dio unos pasos atrás y miro hacia donde estaba su Hiraikotsu. Estaba demasiado lejos de su arma y aunque intentara correr hacia ella para tomarla, Inuyasha sería más rápido y la atacaría.

La chica vio como el híbrido sonrió torcidamente al verla.

—¿A dónde vas, perra? —dijo con voz autoritaria y ronca. A la exterminadora se le erizo la piel.

Se levantó de su lugar y avanzó hacia la morena lentamente. La miraba con hambre... lujuria, algo que pocas veces vio en su mirada. Ella retrocedía nerviosa por el siguiente movimiento, chocó con la pared y el chico quedó a solo pocos centímetros de ella sin perder la sonrisa.

—Esto estorba. —con sus filosas garras rompió su kimono.

Continuará!!

Instinto de BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora