Capítulo 7

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—Estoy muy decepcionado de usted, joven Jeon. —El de cabellos color índigo agachó la cabeza, aceptando el regaño de parte de su profesor—. Usted solía ser el mejor de la clase, pero desde hace semanas sus notas son pésimas.

Ese beta que lo regañaba era Kim Namjoon, su profesor de Derecho Penal y vecino de toda la vida. Vivía a unas cinco casas de la suya, pero a decir verdad nunca se habían relacionado mucho, a pesar de que los padres de este y los suyos parecían llevarse muy bien.

—Y no es sólo conmigo, los otros profesores dicen lo mismo. ¿Qué le está sucediendo?

—Lo siento mucho, profesor Kim, intentaré mejorar —prometió, haciendo una reverencia en forma de disculpa.

—De todas formas ya me comuniqué con tus padres —informó, acomodándose los gafas en el puente de su nariz—. Más allá de nuestra relación profesor-alumno, te conozco desde que eras solo un bebé, no voy a permitir que eches a perder tu índice académico después de todo el esfuerzo que han realizado tus padres para que estés aquí.

—No tenía que haber echo eso —espetó con el ceño fruncido—, soy un adulto ya. Solo... no he tenido mucho tiempo para estudiar debido al trabajo.

—Ellos están preocupados, dicen que no te estás alimentando bien, sales de tu casa temprano en la mañana y no vuelves hasta tarde en la noche. Apenas y te ven un rato durante el desayuno. ¿Estás metido en algún problema? —cuestionó, poniendo una mano en su hombro.

Sí, tenía un grandísimo problema y se llamaba Park Jimin. Después de dos días de haberse ausentado debdido a su enfermedad, volvió a la empresa y se encontró con su jefe a punto de enloquecer debido a todo el desorden que había en su agenda. A eso además se le sumaba que pronto sacarían un nuevo producto al mercado, y eso bastaba para que el ojiverde estuviera estresado y de mal humor.
El trabajo de todos se había incrementando, y había mucho revuelo en la empresa. Eso para él se traducía en pocas horas de sueño y gran cansancio.

Aparte de eso, el uso de los supresores comenzaba a pasarle cuenta, por lo que no era solo su jefe el que estaba de mal humor. No tenía mucho apetito, se sentía demasiado exhausto con cualquier mínima tarea, e incluso tenía problemas de audición.

—Nunca hemos sido tan cercanos, desde pequeño solía ignorarme cuando coincidíamos en el parque, supongo que porque soy un alfa —se encogió de hombros—, y créame que lo entiendo, pero no quiera hacerse pasar por un hyung a estas alturas.

Retiró la mano del beta de su hombro y se marchó a paso rápido, imaginando el sermón que se llevaría por parte de sus padres. Por suerte, a la hora que llegó a su casa ya sus progenitores estaban durmiendo, así que suspiró aliviado por ello, aunque sabía que al otro día sus padres, sí o sí, lo iban a enfrentar.

Y en efecto, temprano en la mañana ambos lo esperaban en el comedor. Los dos betas se veían serios, y el ambiente tenso lo hizo suspirar. Se sentó, esperando a que alguno de los dos agregara algo.

—Namjoon nos dijo que tus notas están pésimas.

—Solo es una mala racha, prometo mejorar —intentó cortar la conversación desde el inicio.

—Ni siquiera podemos molestarnos contigo porque sabemos que todo es por ese trabajo. Pero quiero que sepas que tu carrera está por encima de cualquier cosa —habló su madre tomando su mano—. Tu prioridad es la universidad, Jungkook, deja ese trabajo. Tu padre y yo tomaremos horas extra si lo que necesitas es dinero.

—¿Qué? No, por supuesto que no.

No les había dicho nada de su trabajo como asistente en Park's Corporation para no preocuparlos, solo había revelado detalles mínimos porque habían sospechado debido a su misterio en torno a ello. Sabía que ambos se preocuparían si les decía que tenía una deuda de más de once millones de wons con Park Jimin.
No podía dejar de trabajar, dijeran lo que dijeran.

Zeta » Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora