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Sophie observaba por la ventana del avión mientras el paisaje se desvanecía bajo ella. El regreso a casa nunca había sido parte de sus planes. Llevaba años construyendo su vida lejos, apartada de todo lo que le recordaba a su hermana Beatrice, a su familia... y a Joe. Pero la muerte lo cambia todo. Y es que Sophie se había mudado hace años a Boston para rehacer una vida lejos de su familia, lejos de todo lo que le hubiera hecho dao en el pasado, por primera vez había pensado en ella misma a sus 18 años. Ahora, con 24 no sabía como iba a retomar lo que había dejado en el pasado. La llamada de su madre fue lo que la forzó a regresar. "Tu hermana ha muerto. Necesitamos que vuelvas, la familia te necesita" Las palabras aún resonaban en su cabeza, pero no habían despertado la tristeza que deberían. No había lágrimas por Beatrice. Quizá porque siempre hubo distancia entre ellas. O tal vez porque en el fondo, Sophie sabía que no podría llorar por alguien a quien nunca había dejado de envidiar y que ella no había dejado de hacerle la vida imposible. 


Beatrice tenía todo lo que Sophie había deseado en silencio. A Joe. La perfección de su vida con la que cualquier adolescente soñaba; el esposo estrella de la NFL, la niña encantadora, la casa ideal, la familia perfecta. Esa era una espina constante en su corazón que cada día buscaba la oportunidad de golpearla. Ahora que su hermana ya no estaba, las emociones se sentían tan pesadas y tan confusas más que nunca. ¿Por qué debía ser ella la que volviera, la que asumiera una responsabilidad que no quería?

Cuando aterrizó y recogió sus maletas, el peso en su pecho era mucho más fuerte que el de cualquier equipaje. No estaba lista para enfrentar el duelo, no por Beatrice al menos. Pero tenía que hacerlo por su madre, y quizás... por Joe. ¿Debía hacerlo por él?, Al llegar a la casa familiar, su madre la esperaba con una mirada que le suplicaba consuelo y un poco de piedad por ahora, pero Sophie apenas pudo ofrecer una sonrisa que forzó completamente. Sabía que su regreso no sería bien recibido por todos, pues nunca se llevó bien con nadie, en especial su padre, que siempre protegió a Beatrice. Y aunque no lo dijera en voz alta, estaba segura de que Joe también la culpaba, aunque fuera solo un poco, por la distancia que siempre había mantenido.

- Gracias por venir, Sophie.- dijo su madre, abrazándola con fuerza. Sophie se mantuvo rígida, mirando por encima del hombro de su madre hacia la casa que ahora le parecía ajena.- Te extrañaba demasiado.

- No tenía opción, mamá.- respondió, con más dureza de la que pretendía.

- Inténtalo por mi, al menos por Rory... o Joe.

El solo nombre de Joe hizo que su estómago se encogiera. No quería verlo, no estaba preparada para enfrentarlo, menos aún para lidiar con el hecho de que ahora él era viudo. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Cuidar de él? ¿Consolar a un hombre que había amado en secreto durante años, incluso cuando estaba casado con su hermana?

- Haré lo que pueda, mamá.- dijo, aunque no estaba segura de lo que eso significaba. Todo lo que sabía es que no quería estar allí, y sin embargo, ahí estaba.

Respiró hondo, intentando prepararse para lo que estaba por venir. La última vez que estuvo allí había sido para la boda de Beatrice. Ahora volvía para su funeral. La ironía no se le escapaba. Cuando entró a la casa detrás de su madre, para ella le parecía que el luto se había apoderado de cada rincón, las cortinas estaban medio cerradas, la luz que estaba tenue reflejaba perfectamente el estado de ánimo de la familia. Sophie dejó sus maletas a un lado tratando de hacer el menor ruido posible, Lo primero que vio fue a Rory, sentada en el suelo con algunos juguetes. La pequeña no tenía idea de lo que realmente estaba sucediendo, o tal vez lo entendía de alguna manera, pero seguía jugando como si nada. Sophie se detuvo un momento únicamente para observarla, la niña tenía esa misma sonrisa despreocupada que Beatrice siempre había tenido de niña. La comparación hizo que Sophie sintiera un nudo en la garganta, pero lo tragó rápidamente para disimular. Rory era sin duda el reflejo de su madre: esos ojos grandes y esa sonrisa que ahora parecía fuera de lugar en un ambiente tan vacío. 

La casa parecía extrañamente vacía, a pesar de que aún vivían personas en ella. Era como si el aire mismo se hubiera detenido desde la muerte de Beatrice, cómo si ella se hubiera llevado todo con sí. 

- Rory te ha extrañado, siempre pregunta por ti. Bea le contó todo de ti.- comentó su madre con una pequeña sonrisa, mirando a la niña que seguía jugando. Sophie tragó con fuerza.

- Yo también la extrañé.- Mintió, o tal vez no. No era que no quisiera a Rory, pero ver a la niña le recordaba a Beatrice y a todo lo que Sophie había tratado de evitar durante años.

 Sophie escuchó que su madre suspiraba, y tenía dolor en todo lo que hacía, incluso en un mínimo suspiro, sabía que la mujer había soportado mucho, más de lo que cualquier madre debería tener que soportar. Y sin embargo ahí estaba esperando que Sophie llenara el vacío que Beatrice había dejado.

- Será difícil, Sophie, pero tenemos que ser fuertes, por Rory.- Dijo su madre, como si esas palabras pudieran aliviar el dolor.

Sophie miró a su madre, luego a Rory, que ahora había levantado la mirada y la observaba con curiosidad, ella sabía que ahora le había dejado caer el peso de las expectativas que ahora tenía que cumplir, Beatrice había dejado tanto sobre los hombros de Sophie, un peso que nunca había pedido ni deseado cargar. Pero no había vuelta atrás. Ahora, su vida estaba entrelazada de nuevo con la que había dejado atrás, quiera o no. 

Must Be Love | Joe Burrow.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora