Cuando Victoria tenía 22 años y vivía en otro país se hizo una muy buena amiga llamada Eliza. Ambas solían hablar sobre la vida, y cierta noche, cuando estaban en un bar de karaoke, Victoria recibió un mensaje:
-Estoy en un concierto, y el telonero dijo algo que me hizo acordar a ti. Te amo.
Eliza, que había oído ya sobre Simón, tomó del brazo a Victoria con emoción y le avisó que había recibido ese mensaje. Ella lo leyó y sonrió.
- ¿Eso es todo? - preguntó Eliza con confusión. - Chica, ¿no te acaba de declarar su amor?
Victoria negó con su cabeza y se rio, como si lo que acabara de decir fuera ridículo.
-Para nada. Un te amo no es una gran declaración de amor para nosotros, que nos lo hemos dicho y sentido toda la vida.
-Vale, te lo juro que nunca había conocido una relación tan complicada en mi vida, y mira tú que he tenido relaciones muy locas.
-Lo sé, Eli, yo tampoco la comprendo y me he rendido tratando de comprenderla.
- ¿Y si le dices que quieres estar con él?
-Lo hice una vez.
- ¿Y qué pasó?
-No me tomó enserio. Nunca he esperado que me elija porque sé que ni siquiera soy una opción. - miró el cóctel que tenía en su mano y tomó un sorbo. - Hemos hablado sobre eso tres veces en nuestra vida, siempre me dice que no está listo, que quiere vivir su vida libremente y que no quisiera dañarme en el proceso, y luego empieza una relación con una chica por bastante tiempo.
- ¿Y tú que quieres?
-Soy lo bastante complicada para intentar arreglarlo a él, Eli. Yo también quiero vivir mi vida como lo estoy haciendo ahora, y estoy bien con amarlo de esta manera.
-Mira tú si terminan buscándose cuando estén viejos después de vivir todo lo que quieren vivir.
Una nueva canción sonó y los pensamientos de Victoria volaron a lo que acaba de hablar con su amiga.
Victoria guardaba una playlist de canciones que la inspiraban cuando quería escribir. La mayoría de canciones que estaban ahí las guardaba por alguna razón: se la habían dedicado, tenía un estribillo muy bueno, o la había escuchado con él.
Un poco antes de su último año de colegio, Simón y ella empezaron una tradición sin ningún momento planearla, pero a ella le gustaba pensar que ambos lo hacían intencionalmente. Llegaban media hora antes, donde todo estaba solo, el frío de la mañana los hacía acurrucarse, y Simón se ponía el audífono izquierdo y le pedía a Victoria que pusiera música de ella.
"Where we land" Recuerda muy bien que estaba sonando esa canción en aleatorio una mañana muy temprana, no estaban sentados muy cerca el uno del otro, y por alguna razón ambos se quedaron en silencio.
- ¿Qué les pasa? - bromeó una profesora que iba pasando y siempre solía llegar primero también.
Ambos levantaron la cabeza y Victoria se dio cuenta que Simón tenía su misma cara, melancolía, tristeza, amor.
- ¿Por qué tan tristes muchachos en un día que apenas comienza?
Ambos se aclararon la garganta y Victoria agradeció mentalmente que la canción acabara.
Casi todos sus días empezaban así: de la mejor manera. El olor de Simón se quedaba impregnado en ella por el resto del día, y siempre agradecía cuando era matemáticas, porque él sabía lo difícil que era para ella y se ofrecía a ayudarla. O cuando perdía un partido de futbol y llegaba estresado al salón, siempre preguntaba por ella y le pedía un abrazo.
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En espera.
Romance¿Era posible estar enamorada de una persona por casi más de dos décadas? ¿Qué tan malo podrías llegar a ser por amor? ¿Hasta que punto era bueno ser egoísta por la persona que amas? Eran preguntas que pasaban por la mente de tres personas en una sal...