Sombras De La Sangre

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La mansión Malfoy brillaba como un faro en la oscuridad, una obra de lujo y poder, pero también de secretos. Los jardines estaban iluminados por antorchas que arrojaban sombras inquietantes sobre las estatuas de antaño. La imponente entrada de mármol negro se erguía ante ellos, casi como una advertencia de lo que estaba por venir.

Hermione, Pansy y Draco llegaron juntos, sus pasos resonando en el suelo de piedra mientras se acercaban a la gran puerta. La tensión era palpable, más aún cuando Hermione se dio cuenta de que este no era solo un evento social. El encuentro de las familias de sangre pura era un terreno peligroso, lleno de ambiciones, rivalidades y secretos enterrados en generaciones de historia mágica.

-Recuerda lo que te dije -susurró Pansy, su tono serio-. Mantén la calma. No todo lo que escuches será lo que parece.

Draco caminó a su lado, con la cabeza erguida y una mirada dura, como si estuviera completamente preparado para enfrentarse a lo que se avecinaba. A pesar de su arrogancia habitual, había una seriedad en él que Hermione no había visto antes. A fin de cuentas, su familia también estaba involucrada en todo esto, y el peso de la historia de los Malfoy y las conexiones entre las casas de sangre pura parecía presionar aún más sobre él.

La puerta se abrió con un suave crujido y una mujer vestida con ropas elegantes, que Hermione reconoció de inmediato como Narcissa Malfoy, les dio la bienvenida.

-Bienvenidos -dijo, su tono frío pero educado. Su mirada se detuvo en Hermione, y por un breve momento, un destello de comprensión cruzó sus ojos. Era evidente que sabía que este evento sería decisivo para la joven Granger.

Al entrar, la sala principal se desplegó ante ellos como un escenario de opulencia. Los invitados se agrupaban en pequeños círculos, hablando en susurros, mientras el sonido suave de la música clásica llenaba el aire. No era un lugar cómodo para una persona como Hermione, que se había pasado la vida luchando contra los prejuicios de ser hija de muggles.

-Mantente firme -dijo Draco, mirándola por encima del hombro. -Aquí nadie está realmente interesado en ti. Solo te observan para juzgarte.

Hermione asintió, sintiendo el peso de cada mirada que la atravesaba. Los miembros de las familias de sangre pura, algunas caras familiares y otras nuevas, la estudiaban con desdén, curiosidad y, en algunos casos, suspicacia. La mayoría no comprendía que su presencia allí significaba mucho más que la simple pertenencia a una casa de sangre pura. Era una grieta en el tejido mismo de lo que consideraban la pureza de la magia.

Pansy, aparentemente más cómoda en su entorno, caminó con confianza hacia un grupo cercano, mientras Draco la seguía de cerca. Hermione, por su parte, se mantenía al margen, observando con cautela.

Fue entonces cuando una figura que no esperaba ver se acercó: Lucius Malfoy. Su presencia imponente se destacó entre la multitud, y aunque su rostro estaba neutral, Hermione podía sentir la mirada cargada de historia, de poder, y quizás, de desdén.

-Ah, Granger -dijo, su voz suave, pero cargada de una carga ancestral-. Nunca imaginé verte aquí, en medio de nuestra reunión de sangre pura.

Hermione mantuvo la calma, aunque por dentro sentía una mezcla de emociones.

-Estoy aquí para conocer la verdad, señor Malfoy -respondió con firmeza, sorprendida por su propia compostura. A lo lejos, vio a Narcissa observarla desde una esquina, su mirada más atenta que nunca.

Lucius la miró fijamente, un resplandor de reconocimiento cruzó su mirada.

-¿La verdad? -repitió, como si le sorprendiera-. Entonces, parece que realmente has comenzado a comprender lo que significa ser parte de una familia de sangre pura.