𝗞𝗮𝗻𝗴 𝗬𝗲𝗿𝗶𝗻 está acostumbrada a no ser el centro de atención, para ella, lo importante no es ser alabado por todos, sino destacar en sus calificaciones. No tiene amigos porque mantenie a raya a cualquiera que intente acercarse demasiado.
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HAN TAESAN
El jueves por la tarde la biblioteca de la escuela era el escenario perfecto para nuestro encuentro. El ambiente tranquilo, con estanterías llenas de libros que casi susurraban historia, creaba la atmósfera ideal para trabajar en nuestro trabajo de literatura sobre textos clásicos de la dinastía Joseon. El tema no solo implicaba investigar el contexto histórico, sino también su resonancia en la sociedad coreana moderna, un tema complicado, pero que prometía ser fascinante. Cuando llegué, Yerin ya estaba allí, sentada en una mesa apartada, parecía haber reunido una pequeña montaña de libros a su alrededor. Llevaba un vestido de lino color marfil con una chaqueta ligera gris sobre los hombros que contrastaba suavemente con su cabello rubio platinado, que caía en suaves ondas sobre su espalda. Su atuendo tenía algo... llamativo, aunque de una manera sutil.
Había una simplicidad en ella, pero todo encajaba con una naturalidad que no podía ignorar, como si cada detalle hubiera sido cuidadosamente pensado, pero sin parecer forzado. Me sorprendí notando eso, aunque no quise profundizar en el porqué. Con el ceño ligeramente fruncido y concentrada en sus notas, irradiaba una calma contenida. Me acerqué a la mesa y dejé mis cosas con un leve carraspeo, tratando de romper el silencio sin parecer intrusivo.
―Hola ―. Dije, más por cortesía que por necesidad.
Ella levantó la vista apenas un segundo, sus ojos brillaban brevemente por la luz de la tarde que entraba por la ventana. Asintió sin decir mucho, su atención volvió rápidamente a los libros frente a ella. Había algo intrigante en su silencio, y aunque no me lo admitiría, de alguna manera ese atuendo, junto a su aire de concentración, la hacía ver... bien. Pero descarté el pensamiento antes de que pudiera asentarse. Teníamos un trabajo que terminar, y eso era lo único en lo que debía enfocarme.
―Parece que tanto la estructura de la sociedad Joseon como las jerarquías que describen aún tienen ecos en la sociedad moderna ¿No crees? ―. Comenté, tratando de abrir una conversación.
Yerin levantó una ceja, indicando que estaba escuchando, aunque no estaba dispuesta a ofrecer mucho más.
―Sí, supongo que es verdad. La manera en que las estructuras de poder y las normas sociales persisten es interesante.
Su tono era neutral, casi distante, pero de alguna manera sentí que había una conexión en nuestras perspectivas. Decidí seguir explorando esa conexión, quizás para comprender mejor.
―¿Qué opinas sobre cómo estos temas afectan la percepción de la juventud en Corea hoy en día? ―. Pregunté.
Yerin me miró de reojo, como si estuviera calculando si valía la pena continuar la conversación. Al final, fue ella quien se inclinó ligeramente hacia adelante, respondiendo de forma seca.
