Luego de despedir a Yuji volví a mi casa, estaba exhausta, quería dormir...
Al otro día..
Llegando a la casa me interrumpe una de las sirvientas.
-Señorita kagura, buen día! El señor Gojo la solicita en su oficina.- Suspiré pesadamente y la sirvienta rió.
-No es malo, solo es...raro.- dijo ella
-Muchas gracias por informarme, que tengas un buen día.- dije con una sonrisa.
-Tu también que creo que te será necesario.- dijo ella en una leve reverencia para retirarse.
Volví a suspirar y me adentré en la casa.
...
Me encontraba frente a la puerta de su oficina, nerviosa recordando aquel día Golpeé la puerta.
-adelante Kagura.- dijo el desde el otro lado de la puerta.
-Permiso señor, buen día. - dije desde la puerta sin pasar aún.
-¿En que le puedo ayudar? - dije aún desde la puerta.
-Entra Kagura.- ordenó.
Asentí nerviosa y entré a la oficina. El tenía como de costumbre su rostro cargado en su puño mientras me miraba con esos ojos celestes cristal. El me miró y señaló con su cabeza a la silla que se encontraba frente a él, créanme eso se vio jodidamente atractivo. El estaba vestido con una camisa blanca, con las mangas medio remangadas y medio a desabrochar. Pantalón de vestir negro y una chaqueta marrón que tenia colgada a un lado.
Definitivamente su atractivo y su forma de vestir ayudaban mucho.
Me senté nerviosa y el me miró divertido unos cuantos segundos.
-Quería hablar contigo Kagura por el incidente de ayer. Espero que eso haya quedado en el olvido ¿Verdad?- dijo mirándome mientras sonreía de lado.
Yo asentí.
-Me alegro de que así sea, pero para que no me veas como un mal jefe mañana tienes el día libre por el incidente, pero intente ser más cuidadosa.-
-Señor yo intenté comunicarme con usted para poder pasar, pero como no me contestó y bueno... con lo que escuché, simplemente pensé que había pasado algo. Además usted me había ordenado ir, no sabía que estaba....Ocupado.- dije desviando la mirada.
Este sonrió.
-Tienes razón así fue...- dijo el parándose de su silla y dirigiéndose hacia mí.
Yo miré a mis pies, la verdad su mirada me intimidaba, más bien me encantaba.
El me levantó el mentón para que lo mirase.
-Espero no tener ninguna otra queja sobre el trabajo que te ordenó hacer, eres mi sirvienta personal y por si no sabias lo que te ordené ayer es parte de tu trabajo, si no entiendes eso te lo haré entender como a la sirvienta.- dijo mirándome con una sonrisa sin quitar su mano de mi mentón aún.
-No gracias, no lo necesito. Y no me gusta lo usado.- dije levantándome y saliendo de su agarre.
-¿Necesita algo más?- dije mirándolo.
El sonrió y se acercó a mí. (Demasiado)
-No gracias, puedes comenzar a trabajar.- dijo el sin separarse de mi.
Me dirigí hacia la puerta, hice una leve reverencia y me retiré.
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