Especial II

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Especial CanAle (Canadá x Alemania)

Título: ¡Cuidado con el hielo!.

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Corría tan rápido como sus piernas le permitían, una sonrisa plena y divertida se formaba en sus labios a causa de la situación.

—¡Deja de correr que yo no nací para esto!—grito una voz a sus espaldas.

Soltó una fuerte carcajada y aceleró más el paso hasta perderse de la vista de su perseguidor.

Con rapidez termino en la orilla de un lago congelado, estaba solo y el viento frío soplaba con más fuerza en cada rincón del lugar.

Con la respiración algo descontrolada y sus ojos llenos de fascinación miro el lago y su soledad. Estuvo así unos minutos hasta que unos brazos lo atraparon por su cintura desde atrás y lo alzaron en el aire para comenzar a dar vueltas.

—¡Canadá para!—grito entre risas mientras cerraba sus ojos—¡Vas hacer que me de vueltas la cabeza por el mareo!.

—¿Vas a seguir escapando de mi?.—Alemania negó con la cabeza—Perfecto.—Canadá dejó de dar vueltas pero no bajó al alemán de sus brazos. En su lugar lo acomodo mejor para cargarlo.

—¿Por qué me estás cargando como si fuera un bebé?—inquirió con una ceja alzada el alemán ante la posición.

—Eres mi bebé, mi pequeño y lindo bebé que debo cuidar así que por eso... ¡AUH!.—El canadiense recibió un golpe de parte del alemán en su cabeza.

—No soy tu bebé, soy tu esposo, tratame como corresponde—habló Alemania quejándose.

—¿Así? Dime entonces ¿Cómo debo tratarte?—preguntó en tono coqueto el canadiense comenzando a dar ligeros besos en el cuello del alemán.

Alemania se retorcio un poco en los brazos del mayor por los besos y Canadá al darse cuenta hizo una sonrisa de satisfacción mientras subió la intensidad de sus acciones de solo el cuello a lamer la oreja.

—¡Quieto!.—Alemania apartó rápidamente la cabeza de su esposo avergonzado—¿No dijiste que me ibas a enseñar algo nuevo y por eso vinimos aquí?—cuestionó tratando de bajarse del agarre.

—Si pero me dijiste que te tratara como corresponde y como eres mi esposo así debo de hacer.—Canadá aumentó la fuerza de sus brazos y Alemania cayó resignado.

—Tenemos que hablar mejor ese tema y definir bien eso—murmuró el alemán.

Canadá miro en silencio a su esposo ante esas palabras. Tenían un poco de razón pero igual le molestaba.

La relación del alemán y el canadiense era algo peculiar, aunque se casaron por elecciones propias uno con el otro, no podían negar que ese matrimonio comenzó con cero pizca de amor. Solo fue un acuerdo comercial que duraría una década de vida para beneficio de ambas partes.

Con solo 5 años de haber pasado dicho acuerdo ambos países se dieron cuenta que sus sentimientos hacia el otro habían cambiando drásticamente y luego de pasar muchas subidas y bajadas revueltas en ese romance al final decidieron darse una oportunidad.

Por supuesto, era una relación real que apenas había comenzando a formarse y siempre habían detalles que discutir entre ambos del como debían actuar para no incomodar al otro.

Y era eso lo que molestaba al canadiense, él entendía los traumas que había pasado el alemán en cuanto a las relaciones sentimentales como la que tenían y aunque hacia lo posible por apoyarlo no iba a negar que a veces le disgustaba hablar.

Asarume.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora