❝let me be your boy...❞ | OmiHina

➽᮫๋ᤢ֜ㅣc a p. 17

(Primera parte)

Los años se desvanecieron en un parpadeo, y así, los muchachos llegaron a la preparatoria, aunque distanciados.

¿Distanciados? Sí, mientras Sakusa y Komori hallaban su camino de aprendizaje en el prestigioso Itachiyama, Shoyo, lamentablemente, emprendía su viaje hacia Inarizaki.

¿Por qué? Regresemos a aquel instante en que todo cambió, un accidente que marcaría el destino de sus años de escuela.

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Era del conocimiento público que Hinata Shoyo era un omega para nada dócil, y mucho menos pasivo. Tenía su carácter explosivo y un temperamento problemático, sobretodo cuando se trataba de defender a Sakusa.

Por otro lado, el pelinegro mantuvo su personalidad de siempre, solo que ahora estaba mucho más grosero y desagradable que antes. Prácticamente nadie se juntaba con él, nadie lo soportaba pero Sakusa no se quejaba, para el alfa, mientras menos personas lo rodearan, mejor.

El más tranquilo de los tres era Komori, quien siempre separaba a Shoyo de sus peleas en los recreos, o se disculpaba con las compañeras por el mal genio de su primo.

Eran solo los tres contra el mundo.

Hasta que inició la temporada de clubes. Shoyo fue quien dio la maravillosa idea de meterse a un club de deporte.

— ¿Fútbol? Se ve divertido. —Shoyo revisaba la lista con los clubes disponibles para inscribirse— Aparte soy muy rápido, aquí no importa mucho la estatura.

— No me gusta. —Sakusa estaba a su lado, leyendo un libro, desinteresado con la idea de meterse a un club, no le emocionaba para nada.

— ¿Y qué hay del baloncesto? —preguntó Komori con una sonrisa, Shoyo solo lo miró sin decir ni una palabra, y ese silencio le bastó a Komori para rechazar la idea— Olvidé el factor altura, lo siento Sho.

— Tenemos natación, tenis... —Hinata suspiró, cansado de la actitud indiferente de Sakusa– Por lo menos podrías intentar fingir que te interesa esto de los clubes.

— Simplemente no es de mi gusto personal, me meteré al de arte. —Cerró de golpe su libro— Ahí no tendré que esforzarme y mucho menos soportar el olor a sudor.

— ¿Y sabes pintar siquiera? —Komori se cruzó de brazos delante de él, ya harto de su mal genio.

– ¿Y tú sabes hacer algún deporte? No verdad, entonces cállate. —bufó, bajándose la mascarilla dispuesto a seguir discutiendo con su primo— Aparte, las únicas pelotas que has tocado en tu vida son las tu-

– ¡Ya sé! —el grito de Shoyo captó la atención de ambos muchachos. El pelinaranja alzó la hoja de inscripciones, apuntando a un deporte en específico— Voleyball, suena divertido vamos a ese.

Los jóvenes intercambiaron miradas, indecisos, sin comprender del todo el propósito de aquel club; solo tenían una vaga noción de que se trataba de un deporte.

Sin decir otra palabra más, se apuntaron los tres a ese club.

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El problema llegó en la primera práctica. Esa tarde los tres entraron al gimnasio, esperando una cálida bienvenida por parte de los otros miembros del club.

Pero no fue así.

Sakusa era observado con repulsión, como si de un bicho raro se tratara, pero el joven de cabello oscuro no prestó atención a las miradas despectivas; eso no lo inquietaba. Lo que realmente lo aterrorizaba era la idea de tener que sudar y jugar con aquel balón que pasaba de mano en mano.