𝗣𝗢𝗣𝗨𝗟𝗔𝗥 𝗚𝗨𝗬 || 𝟬𝟯

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Los días posteriores a la última reunión con Minho fueron extraños, por decir lo menos. Algo había cambiado en nuestra dinámica, y aunque no podía precisar exactamente qué era, no podía ignorar la sensación de que las cosas entre nosotros estaban tomando un rumbo inesperado. 


En la escuela, Minho ya no evitaba estar cerca de mí como antes. Si nos encontrábamos en el pasillo, no solo desviaba su camino, sino que aveces incluso se acercaba más de lo necesario, como si buscara cualquier excusa para estar a mi lado. En clase, se sentaba más cerca, y ocasionalmente me lanzaba una sonrisa que parecía burlona, pero con un toque de calidez que no había sentido antes. 
Era desconcertante.

Comencé a notar que sus actitudes hacía mí habían cambiado de forma significativa. Ya no era tan distante y cortante. En lugar de ello, había adoptado una especie de familiaridad que me resultaba tan agradable como confusa.

Un día, mientras estabamos en la biblioteca revisando algunos libros para el proyecto, Minho se inclinó sobre la mesa, más cerca de lo habitual, y murmuró algo que me tomo por sorpresa. 

―¿Qué estas mirando, pequeño?― Dijo con un tono juguetón, su voz lo suficientemente baja como para que solo yo pudierla oírlo.

Me sobresalté un poco, levantando la vista del libro que tenía frente a mí.

―Estoy revisando la información para el proyecto...― Respondí, intentando concentrarme en la tarea que teníamos entre manos, pero sentía su mirada fija en mí, lo cual hacía que me costara más concentrarme.

El sonrió, una sonrisa que era una mezcla de burla y algo más. Me miraba como sí estuviera disfrutando de mi evidente confusión.

―No te pongas tan serio, lindo. Solo estaba bromeando― Dijo, volviendo a usar el apodo que había mencionado la última vez en mi casa.

No pude evitar fruncir el ceño ligeramente. El tono en el que lo decía me hacía sentir vulnerable, como si supiera algo que yo no.

Con el paso de los días, Minho siguió comportandose de manera similar. Sus bromas se hicieron más frecuentes, y cada vez que me llamaba "lindo" o "pequeño" no podía evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Pero a la vez, una parte de mí se sentía más y más confundido.
¿Qué significaba todo esto?
¿Por qué de repente estaba tan cercano y juguetón conmigo?

Llego otra tarde en la que Minho vino a mi casa para continuar con el proyecto. Esta vez, sin embargo, la atmósfera era diferente. Desde el momento en que llegó, noté que estaba de mejor humor, casi como si estuviera disfrutando de estar aquí.

Nos sentamos en la sala como de costumbre, pero hoy él parecía más relajado, más dispuesto a hablar y bromear. Mientras trabajabamos, el aprovechaba cualquier oportunidad para hacerme reír, usando apodos cariñosos y comentarios juguetones que me hacían cuestionar lo que estaba ocurriendo entre nosotros. 

―Eres muy aplicado, ¿sabías?― Dijo en un momento, mientras yo revisaba mis notas.

―¿Y eso es algo malo?― Pregunté, mirándolo con una mezcla de curiosidad y confusión.

―No, en absoluto. Es solo que me recuerdas a un ratoncito de biblioteca, siempre tan concentrado y serio. ― Soltó una pequeña risa, claramente disfrutando de mi reacción.

―No soy un ratoncito...― Murmuré, sintiéndome un poco avergonzado por el apodo.

Minho se inclinó hacía mí, acortando la distancia entre nosotros de nuevo.

―¿No? Entonces, ¿qué eres?― Susurró, sus ojos clavados en los míos con una intensidad que me hizo sentir un escalofrío.

No sabía que responder, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y la proximidad de Minho hacía que fuera dificíl pensar con claridad. No podía entender por qué estaba siendo tan... afectuoso, casi como sí estuviéramos en un juego en el que solo él conocía las reglas.

―No lo sé...― Dije finalmente, desviando la mirada para evitar el peso de su mirada.

Él río suavemente, como si mi respuesta le hubiera divertido.

―Te estás poniendo nervioso de nuevo, lindo. ¿Por qué es eso?― Preguntó, y aunque su tono seguía siendo juguetón, había un trasfondo de genuino interés en sus palabras.

―No estoy nervioso― Mentí, tratando de sonar convincente, aunque no estaba seguro de que lo lograra.

―Claro, claro...― Dijo con una sonrisa, sin dejar de mirarme. Luego se inclinó hacía atrás, dándome un pequeño respiro de la tensión que se había acumulado entre nosotros. 

El resto de la tarde pasó entre bromas y comentarios que seguían dejandomé con una sensación de desconcierto. Minho no era el mismo chico distante y frío que había conocido. Este nuevo lado de él, más cercano y juguetón, me desarmaba por completo, dejándome sin saber como actuar. 

Cuando finalmente se fue, me quedé solo en la sala, pensando en lo que acababa de pasar. Sentía una mezcla de emociones, desde la alegría de sentirnos más cercanos hasta la confunsión por no entender qué significaba todo esto. No sabía si él estaba jugando conmigo o si realmente había algo más detrás de su comportamiento. Pero una cosa era segura: Minho estaba logrando meterse bajo mi piel de una manera que nunca hubiera imaginado, y no podía evitar sentirme atraído por este nuevo lado suyo, a pesar de la confusión que me causaba.

Y mientras la puerta se cerraba tras él, me di cuenta de que, sin saber cómo ni cuándo, había comenzado a desear esos momentos de cercanía con él, incluso si no entendía del todo lo que estaba ocurriendo entre nosotros. 



El pasillo del colegio estaba lleno de estudiantes, pero mi atención estaba centrada en la conversación que sostenía con el chico que mi padre me había presentado unos días atrás. Era amable, simpático y definitivamente el tipo de persona con la que cualquier padre estaría encantado de verme. Estábamos hablando sobre un evento benéfico al que ambos asistiríamos cuando, de repente, sentí una mirada fija en mí.

Al voltear, vi a Minho al otro lado del pasillo, observándonos con una expresión impenetrable. Algo en su mirada me hizo sentir un ligero escalofrío, pero lo ignoré y continué hablando con el chico, intentando concentrarme en la conversación. Sin embargo, no podía evitar sentir la prescencia de Minho a la distancia.

Despúes de unos minutos, el chico se despidió con una sonrisa y se fue. Justo cuando me disponía a regresar a clase, Minho apareció a mi lado, tan silencioso como siempre. Su expresión no había cambiado, pero había algo en su actitud que me hizo sospechar que no estaba tan tranquilo como aparentaba.

―Vaya, parece que te estás haciendo amigo de todos los chicos que tu papá te presenta― Comentó Minho, con un tono que no pude descifrar del todo.

Lo miré, tratando de entender por qué sonaba tan molesto, aunque su rostro no lo reflejaba. Sabía que había algo más detrás de sus palabras.

―¿Qué quieres decir con eso?― Pregunté, sintiéndome ligeramente incómodo por su repentino interés en mi vida social.

Minho sonrió, pero no era una sonrisa amable. Había algo burlón en ella, algo que hacía que mi corazón se acelerara sin que entendiera por qué.

―Nada, solo que pareces disfrutar mucho de las presentaciones de tu papá― Dijo con una risa suave, como si todo fuera una gran broma.

Sentí un pequeño nudo formarse en mi estómago. No sabía por qué, pero sus palabras me afectaban más de lo que deberían.

―Siempre eres así, ¿sabes?― Dije, frunciendo el ceño― Siempre haces comentarios como sí todo fuera un juego para ti. ¿Por qué eres así?

Minho me miró durante un largo momento, pareciera que estuviera debatiendo si decirme la verdad o continuar con su juego. Finalmente, dejó escapar un suspiro, aunque su sonrisa burlona no desapareció.

―Por qué es divertido ver como reaccionas, Hannie. Y además, no puedo evitar pensar que eres un niño de papi― Dijo con su tono lleno de provocación.

Sentí que la sagre se me subía a la cabeza, no sabía si por la rabia o por la confusión que me causaba. No entendía por qué me molestaba tanto lo que decía. Él estaba jugando conmigo, y lo sabía, pero no podía evitar que me afectara.

―No soy un niño de papi― Respondí, cruzando los brazos en un gesto defensivo.

Minho río suavemente y dio un paso hacía mí, acortando la distancia entre nosotros.

―Claro que lo eres― Dijo con una voz suave, cargada de ironía― Aunque... ¿sabes qué? Es lindo que lo seas. Muy... mimado.

Me quedé sin palabras, sintiendo como mi corazón latía con fuerza en mi pecho. No sabía como interpretar sus palabras, ni por qué me afectaban tanto. Pero antes de que pudiera responder, él levanto una mano y la colocó suavemente en mi cabello, enredando sus dedos en él por un breve momento.

―Te queda bien, precioso― Susurró en un tono tan bajo que apenas pude escucharlo, antes de pasar mis dedos entre mi cabello y dar un paso atrás. 

Me quede ahí, paralizado por la confusión. No entendía que estaba pasando entre nosotros, ni por qué Minho había comenzado a comportarse de está manera conmigo. Lo miré mientras se alejaba, sin saber que pensar o como reaccionar. 


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Me puedo imaginar a Minho coqueteandolé AJAJAJ.
Me gusta como se va desarrollando la historia, ¿y a ustedes?
♡♡♡

⋆ → 𝗣𝗢𝗣𝗨𝗟𝗔𝗥 𝗚𝗨𝗬 - 𝗺𝗶𝗻𝘀𝘂𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora