Valentín es un chico popular de 17 años que vive en Argentina. Sus padres no le dan mucha atención y despues se enfrentará a distintos problemas como el alcohol que desencadena en las drogas.
El celular seguía sonando con mensajes y llamadas perdidas, trataba de concentrarme en leer alguno pero el dolor de cabeza era insoportable, y la verdad es que no tenía muchas ganas de hacer nada. Después de la ducha, fui a la cocina y vi, como siempre, el típico mensaje de mis viejos pegado en la heladera: "Nos vamos todo el día. Hay comida en la heladera. Cuídate, mamá." Lo de siempre. Ni una sola palabra sobre la fiesta, ni siquiera un "¿Cómo la pasaste? o "¿Todo bien? Sabía que estaban ocupados, que el trabajo era importante, pero cada vez me sentía más como si viviera solo en esta casa enorme. El silencio me ponía nervioso, así que me puse a ver una serie "Euphoria" para distraerme. A medida que avanzaba, no podía dejar de notar lo parecida que era la vida de esos chicos a la mía. Mientras la película avanzaba, pequeños recuerdos de la fiesta de anoche seguían apareciendo en mi cabeza. Recordaba las luces, la música, a mis amigos, y sobre todo, el momento en que los vasos empezaron a pasar de mano en mano sin darme cuenta de cuánto estaba tomando.
Mi celular sonó y había mensajes de mi amigo Matías...
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Me había olvidado de que hoy era su cumpleaños. La idea de ir no me emocionaba, pero tampoco quería quedarme encerrado en mi casa.
Decidí acostarme un rato más, mirando el techo. Aunque trataba de distraerme, algunos recuerdos de la fiesta empezaban a ser más claros. Había estado hablando con una chica, Lucía, aunque no la recuerdo muy bien. Revisé el celular y entre los mensajes de Matías y mis amigos, vi uno de un número desconocido:
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No sabía qué responder al mensaje, solo me quedé mirándolo. El hecho de que ni siquiera recordaba bien a Lucía me ponía nervioso. Sabía que había hablado con ella, pero ¿de qué? A medida que la tarde avanzaba, no podía sacarme eso de la cabeza.
Llegó la noche, y me vestí con lo primero que encontré, le di de comer a mi perro y salí hacia el cumple de Matías. No tenía muchas ganas de ir, pero sabía que quedarme solo en mi casa iba a ser peor. Llegué al cumpleaños cuando ya estaba lleno de gente. Saludé a Matías con una sonrisa un poco forzada y le di un regalo. Él no notó nada raro, pero yo seguía sintiendome bastante cansado.
Me moví por la fiesta saludando a mis conocidos, hasta que vi a Leandro. No éramos tan cercanos, él era mi compañero de primaria que despues se cambió de colegio y no nos vemos tan seguido, solo en fiestas. Decidí acercarme y apenas me vio, levantó la ceja y sonrió. "Valentín, ¿cómo andás?" Me preguntó. "Más o menos. Todavía con la resaca de una fiesta de anoche" Respondí, intentando sonar relajado. "¿Te acordás de algo? Digo, porque despues de las fiestas no terminas muy bien" Me preguntó riendosé. Lo miré, sabiendo que él no era la persona con la que tenía más confianza, pero igual decidí preguntarle. "Un poco... ¿Conoces a una tal Lucía? Me escribió, pero no sé bien quién es. Solo me acuerdo de haber hablado con ella anoche." "Mmm... Me suena pero la verdad que no te sabría decir." Me dijo, sin mucho más que agregar.
No había mucho más que sacar de esa conversación. Leandro no era alguien con quien profundizara, y notaba que él tampoco parecía tener ganas de hablar demasiado.
Después de intercambiar algunas palabras, me alejé, y mientras caminaba por el patio, de repente la vi a ella, a Lucía. Estaba con un grupo de amigas, tomando y riéndose. Al cruzar nuestras miradas, me sonrió y me miró como si estuviera esperando que me acercara. El recuerdo de la noche anterior todavía estaba borroso, pero apenas la vi la pude recordar, por su pelo negro con rulos y su risa contagiosa.
Respiré hondo y caminé hacia ella. Normalmente no me pongo nervioso por estas cosas pero esta vez no sé qué me pasaba. No tenía otra opción, si no hacía algo, iba a seguir dándole vueltas a la noche anterior durante días. Así que me acerqué y charlamos. Ella era re copada y entramos en confianza rápido pero como fue con su grupo de amigas, y yo con el mío, casi ni estuvimos juntos esa noche.
La fiesta estaba piola, sonaba buena música, había mucha gente y con mis amigos la estabamos pasando bien, pero a pesar de estar con mucha gente, yo me empece a sentir solo, como vacío.. Pero era imposible ¿Cómo un chico como yo, con amigos, con buena situación económica, con buenas notas, etc. Puede sentirse así?
Entonces empece a tomar muchos tragos y a mezclar, mis amigos también, pero se ve que yo me zarpé, como siempre. Fui al baño y terminé "quebrando" y entonces entró Lucía a fumar un porro. Los dos estabamos muy sobrepasados y terminamos la noche sentados en el piso del baño de Matías, riendonos de todo.